La tapia del manicomio

La laguna Estigia

Resulta alucinante que muchos políticos se dediquen a darle a la barrila al contribuyente que le ha votado y paga para que esté allí

Según la mitología griega, las almas de los difuntos cruzaban el río Aqueronte de la única forma posible, que era montados en la barca de Caronte, e iban a parar a la cenagosa laguna Estigia, el mundo de la muerte, y allí las almas recibían su premio o su castigo. Se ve que aquellos cuatro riachuelos estaban más frecuentados que el Nilo en tiempos de los faraones. Estigia también es el nombre de otro de los ríos -el río del odio- que van a parar a la laguna. El nombre le viene por la ninfa Estigia, encargada por Zeus de custodiar los juramentos solemnes y castigar al que los incumple. El motivo de este recuerdo es el castigo que los ciudadanos estamos padeciendo por obra y gracia de nuestros diputados más burros, que no son pocos. No solo están faltando a su solemne juramento (o promesa, o sandez alternativa) que hicieron cuando tomaron posesión de su escaño, sino que están sembrando el odio. Muchos de ellos parecen bien navegados en el río del odio. Desde luego, no todos son iguales, como tampoco sería serio meter a todos en la misma barca jugando a la equidistancia. Equidistancia falsamente aséptica a la que se abonan tantos periodistas, repartiendo "palos a la burra blanca y palos a la burra negra" que es lo que decía y hacía Fernando VII el Deseado. Lo cierto es que resulta alucinante que muchos representantes políticos se dediquen a darle la barrila al contribuyente que le ha votado para que esté allí y por eso le paga el no escaso sueldo. Encima, algunos capos se permiten vacilarnos desde la finca urbana de Marbella teniendo su domicilio en Madrid y estando prohibido moverse de la ciudad. Eso sí, sin complejos, como dicen los acomplejados. Y entienden que la ausencia de complejos es pasarse el día diciendo cipotás cada vez que ven de cerca un micrófono. A este paso sólo consiguen encabronar a la población. De momento, ya hay un 85% de ciudadanos que opinan, según Metroscopia, que es más peligrosa para la democracia la actitud de los políticos que la propia crisis generada por la Covid-19. Pues que sigan por ahí; por mucho que sus seguidores los jaleen, nuestros ínclitos deberían ir contemplando la posibilidad de que pueden estar agotando la paciencia de más de unos pocos y provoquen la "rebelión de los mansos". ¿Por qué será tan fácil olvidar que sí están ahí es porque alguien los ha puesto? Es demasiado riesgo estar tan seguros de andar por los cielos cuando es probable que acaben en el Hades.

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