
La mirada zurda
Antonio Guerrero
Realismo Político. La lección de Maquiavelo
Resulta vergonzoso el comportamiento que han tenido los denunciados en el informe de la Uco en la cuestión de la mujer. Conocíamos sus entradas y salidas de prostíbulos en la Sevilla de los Ere, las noches de farras de tito Berni y otro listado de militantes socialistas, las aperturas de Paradores en tiempos de cuarentena, para que los señores del gobierno disfrutaran lascivamente del amor con el dinero de todos los ciudadanos. Pagaban prostitutas, disfrutaban de ellas, pero no sabíamos que se las cambiaban entre comentarios sobre sus habilidades. No deja de ser repugnantes que algunos de estos mismos hombres, que aparecían en campañas de su partido defendiendo el feminismo, llegaran a convertirse no solo en puteros de baja estofa, sino que trataran a esas mujeres como demuestran en sus conversaciones conocidas en estas semanas. Pero si repugnante es saber lo que hacían estos militantes socialistas con piel de cordero, más lo es el que haya todavía voces que defiendan posturas tales. Y luego van y se llaman feministas. El ocho de marzo saldrán a la calle cientos de mujeres a decir que los hombres son unos maltratadores, y tienen razón, ahí los tienen, con nombres y apellidos, denunciados por ellos mismos en conversaciones grabadas, pero ahora esas mujeres aparecen calladas, han escondido la cabeza, y se supone que llenas de vergüenza, pero no dicen nada. Son sus hombres, son sus líderes, los que les dan puestos de trabajo bien remunerados. Callaron cuando visitaban los prostíbulos de los Ere, cuando cenaban con tito Berni y su movidas nocturnas, aguantaron cuando daban trabajo a la Jenny, la Susi y a la que fuera, sin tener que aparecer por la oficina, como el famoso compositor de óperas, el nuevo Verdi español, y callan hoy tras conocer el cambalache y comentarios que se traían estos gambarras con las mujeres a su disposición. Pero qué vergüenza, señoras, y ustedes calladas. Imagino que hay gente seria dentro del feminismo, pero si nos acogemos a lo conocido, a ese feminismo de partido que vocifera consignas, que sale a la calle en marzo como si en ello le fuera la vida, tenemos que sentirnos engañados. Engañados, sí, por que gritan contra el hombre en general, y defienden a los puteros en que se han convertido sus compañeros de partido. Por la mañana, en el congreso, en el senado, en las autonomías y diputaciones, en ayuntamientos y chiringuitos, todos feministas de golpes de pecho y de declaración.
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