La Rambla
Julio Gonzálvez
Paz y felicidad
EN relación a la publicación Juegos de muerte déjeme hacerle algunas aclaraciones. "Un inocente juego entre cuatro menores de entre 9 y 14 años acabó en tragedia cuando dos de ellos tuvieron que ser ingresados en Torrecárdenas por intoxicación etílica. Uno no logró sobrevivir".
Mi hijo Andrés tenía 10 años, se encontraba en casa viendo Dragon Ball cuando sus primos fueron a por él para jugar un partido de fútbol. Tras finalizarlo fueron a beber agua a la casa de uno de ellos y sin saber cómo ni quién de ellos sugirió beber alcohol, así comenzó todo. El 12 de abril de 1993 dos de los niños que participaron en el juego fueron ingresados en el departamento de urgencias de Torrecárdenas, ambos presentaron una fuerte intoxicación etílica, mi hijo Andrés de diez años y mi sobrino José de nueve. José fue ingresado en estado de coma etílico y Andrés en estado menos grave fue el que murió.
Tras beber en casa de uno de ellos los dos mayores, viendo el estado en el que se encontraban los dos menores, decidieron sacarlos a la calle para que les diera el aire y se despejaran un poco. José cayó al suelo inconsciente. Por allí andaba Paco, el guarda de una obra vecina, que creyó que los niños habían sido atropellados por un vehículo. Los niños le explicaron lo ocurrido y me llamó para que acudiera. No tardé ni dos minutos en llegar. Abrumada, acudí a una vecina para que socorriera a mi hijo y a mi sobrino en su coche y los llevara al hospital. Cuando llegaron el pequeño Andrés pedía a los demás que ayudaran a su primo que estaba en peor estado. Los médicos le administraron diferentes tratamientos. Mientras a José se le hizo un lavado de estómago, a Andrés sólo le administraron un Primperan pinchado en el suero.
Ambos niños fueron dados de alta el 13 de abril a las 9:00h oras. José salió por su propio pie y Andrés precisó una silla de ruedas. Cuando llegamos a casa el taxista tuvo que ayudarme a llevar a mi hijo Andrés a su cama.A las 16:00 horas de José acudió a mi casa como de costumbre con un balón para jugar un partido de fútbol con mi hijo. Cuando vimos el estado en el que estaba José, empezamos a sospechar que algo no iba bien en mi hijo quien, según el médico que lo dio de alta, debía dormir y pasar la resaca. Comenzamos a hablarle e intentamos que se animara, pero el niño no parecía ni oírnos ni vernos, simplemente manoteaba al aire. Sobre las 17:30 horas decidimos llamar al médico de La Cañada, José Luis Alcalá, para que reconociera al pequeño y nos explicara qué le estaba sucediendo.
Cuando llegó le dieron el informe de alta, prohibiendo desde ese momento que le siguieran administrando Primperan ya que en estos casos podía producir coma cerebral e incluso la muerte. Yo traté de explicarle que no le habíamos podido dar nada, ni una simple manzanilla porque el niño tenía las mandíbulas encajadas. En Torrecárdenas ya le habían suministrado dos ampollas de Primperan, lo que originó el gran ERROR médico que sufrió Andrés, la negligencia que lo llevó a la muerte. El médico de La Cañada le suministró valium para que se tranquilizara. A las 20:00 horas intentamos levantar al niño para orinar y lo llevamos al hospital, donde quedó ingresado en observación y donde no le hicieron nada, ni tan siquiera un lavado de estómago como a José, lo que parece haberle salvado. Mi hijo solo tenía suero puesto.
En los pasillos de observación pudimos oír cómo una enfermera preguntaba a otra por el borrachillo que había ingresado porque decía que le habían regalado una caja de vino. Un espectáculo lamentable, bochornoso y triste. Imagínese usted el dolor que yo sufría en esos momentos cuando escuchaba a la enfermera reírse de mi hijo cuando ya estaba en sus últimos momentos de vida.
Pasado el tiempo y como no mejoraba, lo subieron a la UCI donde Andrés murió momentos después sin haberle hecho absolutamente nada; sí, le suministraron un primperan que lo condujo a la muerte. Cuando mis otros hijos llegaron a Torrecárdenas no sabían que su hermano había muerto. Eran las 23:50 horas del martes cuando se dirigieron a información de urgencias para preguntar por Andrés y le dijeron textualmente "será el niño ese que se ha muerto".
Han pasado 16 años ya!! Y aún seguimos sin respuesta. La única explicación que tenemos es que el primperan lo mató. Sí, mi hijo Andrés murió por el alcohol, pero por no sacárselo del cuerpo y por la negligencia manifiesta de un estúpido médico que le puso aquel priperan. De eso no tenemos ninguna duda. Podrían haber hecho algo y no lo hicieron para desgracia nuestra.
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