Medio siglo
Equipo Alfredo
Público y privado: el cuarto oxímoron
Casi se me había olvidado el paisaje humano de los niños y niñas saharauis, en alegre algarabía, al llegar a Almería desde los campamentos de Tinduf a 27 horas de vuelo y 2.000 kilómetros de distancia. Allí, en el sur de Argelia, viven refugiados en las wilayas de la Hamada, una de las regiones más áridas y desoladas del planeta. Un infierno de supervivencia entre piedras, arena y escorpiones.
Cada año, a través de estos niños y niñas, la Asociación Amigos del Sáhara de Almería traza vínculos con el pueblo saharaui, que, durante casi un siglo, España colonizó de manera indolente. En 1975, el gobierno español abandonó el Sáhara Occidental sin consultar a la población ni garantizar su futuro. De un día para otro, miles de saharauis huyeron al desierto, perseguidos por la ocupación marroquí, abandonados a su mala suerte en una injusta dejadez poscolonial, que es la mala suerte de los pobres.
Hoy, estos niños, curtidos como la corteza de los árboles por el sol y la arena, nos traerán este verano en sus mochilas, una vez más, el latigazo del Gobierno español al respaldar el plan de autonomía de Marruecos para el Sáhara Occidental, lejos de las resoluciones de las Naciones Unidas, abandonando a los saharauis en su lucha por la autodeterminación.
Sin embargo, la simpatía de los andaluces por el pueblo saharaui, se topará, una vez más, con la incomodidad política que suscita este tema. Las asociaciones amigas del Sáhara en Andalucía han tejido fuertes lazos de fraternidad, pero la situación política es cada vez más compleja. A pesar de todo, la generosidad de las familias almerienses, que han acogido a estos niños durante más de cincuenta años, sigue siendo un acto de reparación por saldar la vieja deuda histórica que todavía resuena en nuestra conciencia colectiva.
Hoy, estos niños que llegarán pronto a Almería son herederos silenciosos de esa historia de descolonización fallida y viven sin certezas porque la relación entre el pueblo saharaui y el Estado español se ha erosionado. ¿Cómo se reconstruye ahora la confianza? En medio de tanta inseguridad y abandono, hay algo que resulta desolador en el paisaje humano del pueblo saharaui, y es el tamaño de su esperanza.
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