Opinión

Javier Soriano Trujillo

La obediencia debida

El ciudadano debe saber que nadie puede alegar obediencia debida para no cumplir las órdenes de resolución judicial

26 de julio 2018 - 02:32

Antiguamente, cuando un superior jerárquico daba una orden de naturaleza ilícita a un subordinado y este la cumplía, la responsabilidad penal la asumía exclusivamente el superior, siendo habitual fundamentarla en una causa que la justificaba: "la obediencia debida", que fue admitida en su día en derecho comparado con valor absoluto por multitud de cuerpos legales. Pero su alcance fue cuestionado después de la 2ª guerra mundial, en los juicios de Nuremberg, al considerarse que esta eximente no era aplicable en determinados tipos de delitos. Este criterio fue asumido por la Asamblea General de Naciones Unidas en 1950.

La obediencia debida desapareció en el derecho penal común español con el Código Penal de 1995 y aunque se mantuvo de forma muy limitada en el Código Penal Militar de 1985 hasta su derogación por el actual Código (Ley Orgánica 14/2015), este último establece en el delito de desobediencia (artículo 44) la exención de responsabilidad criminal, de forma similar a la prevista en el Código Penal, por desobedecer órdenes que entrañen la ejecución de actos que manifiestamente constituyan delito, en particular contra la Constitución.

Así mismo, las Reales Ordenanzas para las Fuerzas Armadas (Real Decreto 96/2009) determinan en su artículo 48 los límites de la obediencia, donde específica que si las órdenes entrañan la ejecución de actos constitutivos de delito, en particular contra la Constitución, el militar no está obligado a obedecerlas. En todo caso asumirá la grave responsabilidad de su acción u omisión.

Por otra parte, el ciudadano debe saber que nadie puede alegar obediencia debida para no cumplir órdenes que emanan de una resolución de la autoridad judicial competente, por mucho que otro tipo de autoridades lo exijan, salvo que no se reconozca a esa autoridad judicial, en cuyo caso estaríamos ante un asunto mucho más grave.

El refranero español es muy sabio, y entre sus refranes hay uno que nos dice que "a cada cerdo le llega su San Martín", lo que viene a decir que si una persona ha actuado incorrectamente, tarde o temprano le llegará el momento de pagar su culpa, no eximiendo de ello la obediencia debida, en la que, parece ser, algunos en Cataluña pretenden ampararse para eludir sus responsabilidades.

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