
La mirada zurda
Antonio Guerrero
Realismo Político. La lección de Maquiavelo
Fulano, Mengana, Zutano y Perengana menudean estereotipadas frasecitas de indignación sentados a una mesa de la terraza del Habana Cristal. Huroneo la conversación mientras me hago el longuis mirando en contrapicado el preterido espectáculo cotidiano de Almería donde bajo el azul bañado en oro viejo de la tarde bulle un violento pearl harbor de vencejos que se derrama en negros escuadrones desbocados, estridentes e insecticidas. Se diría que uno recobra el sentido de la vista cuando emancipa los ojos del móvil. Confundidas con los chirridos de las aves y el desacompasado oleaje del tráfico urbano, las cuatro voces de la mesa vecina, digo, tejen una cháchara insustancial pero divertida.
Ellos son los respectivos padres y padrinos de Fulanito Junior, un joven universitario al que un colega mío, casi extorsionado, tuvo que maquillar las notas de Bachillerato hace dos años a riesgo de salir despedido con cajas destempladas de la Educación Privada. Según cuentan, las dos parejitas se conocieron, incluso bíblicamente, en un club swinger sito en una popular zona residencial de Roquetas de Mar. De aquella, Fulano de Tal no era más que profesor asociado de Derecho Mercantil y Mengana, una alumna dilecta de este, amén de amante sobrevenida y futura madre. En efecto, Fulano, ni corto ni perezoso llevó a su discípula al intercambio de parejas con un bombo de ocho meses. El único que, en el club de marras, no hizo ascos a la gorda fue el doctor Zutano, rey de la golfemia almeriense. El tipo tenía el riñón bien cubierto gracias a los negocios concertados con doña Perengana, ejecutiva de ventas de una gran farmacéutica y con la que acabaría casándose, también de penalti. Se llevaba del ala una comisión del 14% por cada receta firmada. Lo más lucrativo eran los efectos secundarios adversos de los medicamentos, pues se combatían con la receta de unos nuevos medicamentos de la misma casa que los contrarrestasen. Donde menos se espera salta la liebre de la amistad. Desde entonces, Fulano encontró en Zutano una mina de bajas médicas y este en aquel una asesoría para el blanqueo de capitales. Están preocupados porque Fulanito Junior les espetó la otra tarde que él se sitúa en ese 34,3% de españoles que votaría al PSOE en las siguientes elecciones, que le encantaría que renovara el cargo de presidente su “capitán Sánchez” y que antes de hablar mal de él se mirasen los cuatro en el espejo.
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