La paradoja del asno

Una característica humana es la indecisión, capaz de hacer que perdamos todo lo que tenemos cuando no sabemos elegir entre dos opciones

Cuenta el razonamiento de Buridán, inventor de esta paradoja, que un asno fue capaz de morir de hambre cuando se le forzó a tomar una decisión. Y con esto hay que dejar claro que hacemos referencia a una paradoja, que hablamos en términos abstractos, y que en absoluto es un comentario relativo a la condición animal. Según Jean Buridán, teólogo escolástico discípulo de Guillermo de Ockham, ese asno concreto, frente a dos montones exactamente iguales de heno, llegó a la indecisión por elegir uno y eso le llevó a morir de hambre. Esta reflexión ya fue planteada antes por Aristóteles al decir que si a un hombre sediento y hambriento le colocamos ante una mesa con bebida y otra con agua puede también morir de hambre y de sed. ¿Qué quiere decir eso? Que la indecisión es un comportamiento muy humano. Por ello estamos forzados a decidir bien porque tanto si elegimos mal como si no elegimos las consecuencias pueden ser terribles. Por lo general las decisiones son binarias: el contexto nos enfrenta a dos polos diametralmente opuestos de un problema, como por ejemplo la elección de un trabajo u otro, la elección de una pareja u otra, la elección de un partido político u otro en un proceso electoral, etc. La elección no solo es necesaria sino que es indispensable para solucionar el problema en lugar de seguir formando parte de él. Siguiendo el caso de la elección del trabajo, el no decantarnos por un empleo entre dos puede hacer que sigamos en el paro. En el otro caso, el de las elecciones, elegir bien supone seguir viviendo o no en un mundo ingobernable. Cuando uno vota debe hacerlo por alguien capaz de gestionar lo público, sea del bando que sea. No votar, o votar emocionalmente en lugar de racionalmente, permitirá que nadie lo gestione y por lo tanto que los problemas se perpetúen. La paradoja del Asno sigue vigente hoy día. El ser humano es capaz de llegar a las peores consecuencias movido por su indecisión. Algunos filósofos como Leibniz vieron aquí el principio de razón suficiente, basado en la simetría y la racionalidad. Si no hay una razón suficiente para que una situación cambie la situación no cambia. Es decir, debe haber una razón suficiente en lo que ocurre para que ocurra. Por eso la cuestión aquí es encontrar una razón suficiente cuando tengamos una indecisión porque tal razón nos va a salvar de la inanición. ¿Cuál es su indecisión?

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