Patriotas

El mundo arde, enrarecido por múltiples crisis globales: bélicas, climáticas, económicas y sociales. En Gaza, se vive un genocidio a las puertas de Occidente. Las imágenes de destrucción, crematorios improvisados y hospitales colapsados reflejan un orden mundial fracturado.

En Ucrania, el oxígeno escasea tanto como la esperanza, y los drones rusos sobre Europa del Este muestran la fragilidad geopolítica.

Según los investigadores Pablo Servigne y Raphaël Stevens, autores de Colapsología, nos dirigimos hacia una cascada de crisis en torno al 2030. Ante este escenario, la resiliencia local y la cooperación internacional son claves. La crisis global puede ser también una oportunidad para repensar estructuras y fortalecer la solidaridad entre naciones.

Mientras tanto, en España, algunos líderes nacionales se aferran a un patriotismo estrecho y vacío. En lugar de construir soluciones, alimentan la polarización y el enfrentamiento. Ese patriotismo cómplice, que en el pasado legitimó el autoritarismo, hoy rinde pleitesía a líderes personalistas que traicionan la democracia por el poder.

Este patriotismo polarizador y censor que levanta admiración en sectores de la sociedad española, impide un debate constructivo, contamina el debate público en todos los frentes, bloquea el pensamiento crítico y la búsqueda de consensos.

El verdadero patriotismo debe ir más allá de las fronteras y los intereses nacionales inmediatos: debe basarse en la dignidad humana y en la solidaridad.

Ese otro patriotismo —más amplio, más ético— se manifiesta hoy en las calles de pueblos y ciudades de España, donde miles de ciudadanos protestan contra el genocidio en Gaza, un crimen que el 82 % de los españoles reconoce como tal, según el barómetro del Real Instituto Elcano.

Hoy más que nunca, este país debería unirse en una causa común, para que los valores humanos prevalezcan sobre el egoísmo y el miedo, la irracionalidad y el enfrentamiento.

Frente a ese patriotismo que alienta la ignorancia y la amnesia, hay otro patriotismo, el de la dignidad humana de los palestinos y la solidaridad, que son una misma forma de resistencia.