La polémica del científico que opina

Los no vacunados de la COVID-19 llenan un hospital seis veces antes, y con mayor gravedad en sus diagnósticos

Estamos tan acostumbrados a la argumentación científica de aquellas personas a quienes se recurre para formar nuestra opinión -para luego ser profesionales de la vulcanología o la virología en cursos forzados, al estilo que propone la desvergüenza de determinados miembros de la clase política-, que cuando estos científicos se nos despachan con opiniones personales sobre cómo debería responder la sociedad, ¡la lían parda!

Es lo que ha ocurrido, sin ir más lejos, cuando Luis Enjuanes ha dicho que "si usted no se vacuna, no puede acudir a centros públicos". Concretamente, dice que no se debería cubrir el tratamiento si enferma de COVID-19 una persona no vacunada. Cuanto menos, es una argumentación que me cuesta encontrarle lagunas. A quien no se vacuna, ¿hay que aguantarle su desprecio a la Ciencia, su discurso justificativo, y además que se acuerde de Santa Bárbara cuando truena? Hay que reconocer que es una afirmación muy radical, pero no menos radical que la opción de la persona que decide no vacunarse. Yo podría decir, ¿por qué he de pagar mis impuestos si no creo en la buena inversión del Gobierno? Es verdad que el enfermo no vacunado supuestamente paga sus impuestos; pero, ¿eso le da derecho a usarlo al margen de las políticas sanitarias que desarrolla el sistema público de salud? ¿Al Gobierno ha de exigírsele que provea con fondos suficientes nuestro sistema de salud para que luego cada cual lo usemos a conveniencia y al margen de los protocolos y praxis planificados? No sé si aquí ha lugar para introducir la libertad personal o mejor si reflexionarlo al albur de unas cañas. Se ha contra argumentado en su hilo en la red, que no afrontar desde servicio público de salud esta atención es como no atender a quien sufre un accidente de tráfico conduciendo sin cinturón de seguridad. En parte, hay mucho de razón ahí. Pero, del mismo modo, las compañías de seguros declinan cualquier beneficio que el asegurado, aunque al día en sus recibos, pueda recibir: lo que no deja de ser algo tan real como duro.

Si está vacunado más de un 80% de la población, y en los hospitales es más de un 60% el espacio ocupado por no vacunados, las cuentas son estas: cada 80 vacunados aportan 4 hospitalizados, mientras que 20 no vacunados aportan 6; es decir, unos sencillos cálculos nos dicen que los no vacunados llenan un hospital seis veces antes, y con mayor gravedad en sus diagnósticos.

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