Rictus de tormento

13 de julio 2025 - 03:10

Hay que ver los genes, ¡con lo chicos que son!, decía la madre de Cecilia. Una frase surrealista que testimonia que la mujer es de un pueblo cercano al de Almodóvar, una figura que constituye una de esas pruebas del algodón de las dos Españas: casi no conozco a alguien de derechas que trague al cineasta; y casi me vale decir viceversa. Sucede con Pedro Sánchez. A nadie le es indiferente. Hay tres tipos de perspectivas del presidente del Gobierno, todas ellas extremosas: prosanchistas, antisanchistas y chuposanchsitas (estos últimos se encienden con que no quieren a España, pero les trae cuenta históricamente).

Todos somos aquí tolerantes... menos con los que no piensan como nosotros. Por ahí, ni el bigote de una gamba.

Volviendo a los tiránicos genes, uno ve las fotos de Sánchez en esta semana para él infausta, y piensa que el propio padre o abuelo materno del presidente pondrían ese mismo gesto angustiado ante una situación de extrema tensión interna (y externa, quién puede negarlo). Es cuestión de tener familia para saber qué significa una boca torcida hablando bajito y como con pena, o la que te puede caer si ves en un pariente con rango un labio de arriba tembloroso; un suspiro resoplado. No creo que el gesto de ciclista coronando un puerto que ha acompañado a Sánchez esta semana sea de pasar mucho tiempo con su suegro en una agradable sauna: ese rictus de estallido inminente es de los genes. Y del marrón que tiene en lo alto, claro. Se trata de cócteles genéticos que hacen que unos lloren o se carcajeen como sus castas lo hacen o hacían.

No es rigor mortis, el de Sánchez; y mentamos su muerte política, desenlace probable. Es aborrecible desear la muerte física a un oponente, un impulso ácido y de la misma baja estofa que el hooliganismo futbolero. No va a decir uno que siente lástima por un hombre de inmensa poca palabra como Sánchez, dedicado a la política funambulista y progresista (¡con Junts!).

Pero su rictus, acerado con trucco de arena del desierto, causaba lástima. Si sigue adelante agarrado a la tabla de Crusoe, que rima con PSOE, no tendrá perdón.

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