Rotos por dentro

Dos palabras definen a una generación marcada por la ansiedad y la depresión: colapsados y rotos. Así se describe el sentir de miles de jóvenes que cargan con una soledad impuesta y una presión constante que los acompaña silenciosamente y que no saben explicar ni manejar.

Basado en la Encuesta Nacional de Salud de España 2025, la salud mental de los jóvenes se está deteriorando significativamente. Un 40% de las chicas se ven con sobrepeso, el malestar psicosomático ha subido 11 puntos, y uno de cada cuatro jóvenes sufre de soledad. Esta situación se evidencia en mensajes como el de Mónica, de 19 años, leído en Instagram, que expresa su dificultad para levantarse de la cama y pedir ayuda.

Aprovechando el Día de la Salud Mental este septiembre, urge reflexionar sobre el estrés social: un ciclo vicioso alimentado por la sobreexposición a la información y las expectativas digitales, que genera ansiedad, baja autoestima y depresión.

Andalucía concentra el mayor número de llamadas a la Línea 024 del Ministerio de Sanidad, un síntoma evidente de la crisis emocional que afecta a muchos jóvenes. Pero, ¿qué factores profundizan esta crisis y llenan las consultas de los centros de salud con jóvenes aparentemente rotos?

El estudio 2025 de la Fundación AXA revela que millones de españoles padecen trastornos mentales y han necesitado medicación, realidad que pone de manifiesto el alto consumo de psicofármacos en España, especialmente en Andalucía. Almería destaca por una tendencia creciente en su venta.

La omnipresencia digital impulsa a los adolescentes a querer estar en todas partes, pero al no disfrutar de nada, se genera ansiedad. Como escribe Eloy Tizón: “El problema de la ansiedad es que cree que puede evitar el mañana, cuando en realidad impide que vivas el hoy”.

Romper esta espiral de insatisfacción no es solo un asunto individual, también es una responsabilidad colectiva. Se necesitan políticas públicas valientes, educación emocional desde edades tempranas y espacios seguros donde expresarse sin miedo al juicio de los demás.

No podemos permitir que el futuro de nuestros jóvenes se desvanezca en el vacío. Urge actuar para que la vida de nuestros adolescentes y jóvenes no vivan la maldición invisible de sentirse rotos por dentro.