Monticello
Víctor J. Vázquez
Un triunfo póstumo
Crónicas levantiscas
La ministra Teresa Ribera aún no había dejado el recinto de La Moncloa, cuando Isabel Díaz Ayuso lanzaba uno de sus fértiles mensajes en las redes: Madrid no se apaga. Hay que admitir que la sagacidad política de la presidenta de la Comunidad de Madrid no tiene parangón ni en el PP ni en el Gobierno, es capaz de marcar el paso de la vida pública con esa mezcla de irresponsabilidad, atrevimiento y un inmejorable olfato para olisquear la polémica, porque, barbaridades aparte -la seguridad ciudadana no se sustenta en los escaparates-, lo cierto es que será el próximo martes cuando la ministra de Transición Ecológica haya accedido a sentarse con los gobiernos autonómicos para explicarles el decreto de ahorro energético. Habrá transcurrido una semana entre la presentación del extenso decreto en una rueda de prensa, nocturna y ausente de matices, y la aclaración de dudas.
Podría llenar un baúl con los argumentos a favor de reducir el consumo de gas un 7%, desde la reciprocidad solidaria con la Unión Europea hasta la inutilidad del ciertos derroches energéticos, pero eso no tiene ningún valor, es casi obvio. Lo que realmente tiene mérito es que en menos de 20 minutos Díaz Ayuso, o su asesor áulico, Miguel Ángel Rodríguez, haya detectado las fallas en el decreto y las anuncie como para congraciarse con el sector de la hostelería madrileña que la llevó en volandas en las últimas elecciones autonómicas. Díaz Ayuso fue la que lo vio con claridad, los bares y restaurantes llevan pasado lo suyo con las órdenes y contraórdenes de dos años de pandemia para que ahora hayan tenido que ponerse a estudiar un larguísimo decreto con tantas excepciones que ni la misma ministra las conocía. Y si en octubre hubiera una nueva oleada de Covid, ¿ventilamos los locales o los dejamos cerrados para no perder grados?
Hubiera sido más acertado dejar fuera de las obligaciones al sector privado, y convertir lo que serán prohibiciones en recomendaciones. No es tan difícil alcanzar ese 7% de reducción, casi con las administraciones es suficiente.
El Gobierno envió a Patxi López, que es el portavoz en el Congreso, a contradecir a Díaz Ayuso, lo que tampoco es difícil, aunque ya admitió que hubiera sido mejor hablar, previamente, con las comunidades autónomas, y Elías Bendodo, que hace de secretario general del PP nacional -con permiso, por supuesto, de la titular, Cuca Gamarra-, hizo algunos zigzags para ni desautorizarla ni dar la impresión de seguidismo, en la línea de Pablo Casado. Hará falta mucho galleguismo para sortear a Díaz Ayuso.
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