En tránsito
Eduardo Jordá
Vivienda
Más Europa resume a la perfección lo que los socialistas y las socialistas buscamos en estas elecciones europeas del próximo 9 de junio para continuar construyendo un proyecto basado en la igualdad, el empleo y las oportunidades.
Esta Europa que defendemos va precisamente de todo eso que, en su conjunto, se conoce como justicia social y que debe inspirar todas y cada una las decisiones políticas que se tomen en Bruselas. Sin embargo, sobre esa idea que dignifica y le da sentido a nuestra democracia hemos escuchado absolutas barbaridades tanto por parte del PP como por la internacional ultraderechista que encabezan Milei, Orbán, Meloni o Abascal.
Resulta curioso que aquellos que se dan golpes de pecho en España en defensa de la Constitución vayan en contra de ella. El artículo 31.1 es bastante esclarecedor al respecto: “Todos contribuirán al sostenimiento de los gastos públicos de acuerdo con su capacidad económica mediante un sistema tributario justo inspirado en los principios de igualdad y progresividad que, en ningún caso, tendrá alcance confiscatorio”.
Por lo tanto, no se trata tan solo de un deber moral, sino que nuestra Carta Magna lo eleva a la categoría de deber jurídico, de manera que la justicia social pueda tener siempre el amparo de la justicia fiscal. O dicho de otro modo, que los que más tienen deberán contribuir más a la sociedad para el sostenimiento de unos servicios públicos de calidad.
Precisamente, esto es lo que el Gobierno de Pedro Sánchez ha venido realizando en los últimos años con el impuesto a las grandes fortunas, a las tecnológicas o a la banca. Nada de esto le ha parecido bien a la derecha ni a la ultraderecha, pero con esos impuestos se han financiado muchas de las políticas que se han aplicado para combatir los efectos de la pandemia o la inflación provocada por la guerra en Ucrania.
Si recuerdan lo dicho por la derecha y la ultraderecha en las últimas semanas sobre todo esto, convendrán conmigo en que hay muchas razones para pensar que estos ‘salvadores’ de la patria, que en realidad son los menos patriotas, lo que tienen en la cabeza cuando pronuncian la palabra libertad es que cada uno se busque la vida para apañarse su pensión, ir al médico o proporcionarle una educación a sus hijos. Ese es el modelo que está detrás del grito ‘viva la libertad, carajo’. ¿Pero quién puede vivir así? ¿Usted puede?
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