La Rambla
Julio Gonzálvez
Paz y felicidad
Se nos han debido acabar las soluciones clásicas, o las entendidas así ya no sirven en los tiempos que corren. Ahora hay que encontrar las llamadas innovadoras, y nuestros regidores se aprestan a ello. Quien así habla se refiere a solucionar los problemas hídricos que tienen los agricultores en la vieja Europa. Entre las clásicas que ya no deben interesar a los políticos, imagino en primer lugar a los trasvases, el agua que abunda en las zonas húmedas, trasvasarla a las secas; en las huertas que no se suele crear riqueza agrícola por sus tierras húmedas y encharcadas, potenciar que se haga en huertas más amables para ello. Si de lo que se trata, y lo decía la eurodiputada almeriense, Carmen Crespo, es de encontrar “soluciones innovadoras”, es inevitable pensar que las actuales y conocidas ya no nos sirven, o por lo menos no les sirven a los políticos que nos gobiernan en cualquiera de las administraciones que rigen los destinos del campo. Ya no hay agua del norte para el sur, nos olvidamos de los Picos de Europa, el Ebro y cualquier otro punto de donde se pudiera llevar el preciado líquido al sureste de la península; no hay agua del Tajo para el Segura. Es preferible que los ríos sigan su curso y que las aguas dulces se vayan a dar un baño al mar y las vuelvan salas.
Lo único que hemos descubierto en estos años son las desaladoras. Pero las mismas son caras en su construcción, el agua que nos aportan no es tan rentable para el campo y la vida útil de las mismas no es eterna. Sin olvidar las salmueras a desechar, de las que los ecologistas, miren que es raro, no quieren hablar de ello. ¿Por qué será? No podemos negar que son originales nuestros políticos, dejamos que el agua llegue al mar, y cuando lo ha hecho, la sacamos y la desalamos. Con lo listos que son, y no han encontrado otra solución.
Ayudemos a doña Carmen, si les parece bien. Hagamos una tormenta de ideas, busquemos esas soluciones innovadoras que necesita ella, y sus compañeros de parlamento europeo. Lo mismo, lo que ellos no son capaces de encontrar, lo hacen los ciudadanos de a pie. Y no les extrañe que sea así. El político no es ese humano que quiere cambiar lo que le rodea en cada mudanza o cambio que se hace, si no la controla él, puede perder parte de sus beneficios, y para eso él no ha llegado a la política. Lo ha hecho para que nada cambie de lo que pueda afectar a su vida. Dejemos los ríos como están, quitemos los pantanos, y…busquemos soluciones innovadoras.
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