La Rambla
Julio Gonzálvez
Paz y felicidad
EL 4 de agosto de 1914 el Ejército Alemán cruzaba la frontera de Bélgica, iniciando con ello la primera guerra mundial en su frente occidental. También un 4 de agosto pero de 1921, entraba en combate en el Rif marroquí el Batallón Expedicionario del Regimiento de Infantería La Corona 71, de guarnición en Almería. Este Batallón había partido de Almería hacia Melilla al atardecer del 23 de julio, en el vapor "Isla de Menorca", desembarcando en el puerto de Melilla en la mañana del día siguiente, siendo la primera Unidad que llegaba a esa ciudad tras el conocido como "desastre de Annual"; en esos momentos en el que el pánico dominaba la ciudad, el Batallón de La Corona marcharía por las principales calles de la ciudad para ocupar posiciones defensivas en los arrabales de la ciudad.
El Batallón desplegaría ocupando el fuerte de Sidi-Guariach, Tejar del Valenciano y Fuerte de Rostrogordo, y se batiría por primera vez en combate el 4 de agosto en el Zoco de Beni-Sicar; era el primer Batallón expedicionario que entraba en combate tras el desastre de Anual, y todas las miradas estaban puestas en él, ya que eran días de duda en cuanto a la operatividad de estos Batallones expedicionarios; con su conducta en Beni-Sicar, La Corona marcaría el rumbo de la campaña, ganándose la confianza del Mando y dando ejemplo de lo que es capaz un Soldado de reemplazo bien mandado y motivado. Al mando del Batallón estaba el Teniente Coronel D. Eduardo Barrera Bau que encontrándose enfermo el 23 de julio, no quiso entregar el Mando y marchó a Melilla al frente de la Unidad. En la propia acción de Beni-Sicar, en la protección de los convoyes a Tiza, en el establecimiento de la posición del Gareb, en el combate de Casabona, en los convoyes a Taguil Mamin, al Gareb, y Taulet, en la protección al establecimiento del blocao de Dar-Hamed, en la toma de Nador, en Tahuima y Pozos de Aograz, en la toma de Atlaten, en la de Segangan, en la del Gurugú y en la de Zeluan, con un total de 17 acciones de combate reconocidas, el Teniente Coronel Barrera se mantuvo al frente de sus Soldados a pesar de su salud, cada vez más quebrantada por la enfermedad. Tras la última acción en la que intervino, la toma de Zeluán, era tal su estado de debilidad que su General, el General Saro, se tuvo que imponer con toda su autoridad para que el Teniente Coronel Barrera entregara el mando del Batallón e ingresara en el hospital militar de Melilla; la toma de Zeluán se produjo el 24 de octubre y el Teniente Coronel fallecería el 28.
El Teniente Coronel Barrera no murió de un tiro; si su muerte se hubiera producido por el fuego enemigo, esta se hubiera considerado como muerte en campaña, pero las balas no dan con él y es un día y otro de combate, hasta 17 acciones, de mucho trabajo, responsabilidad y preocupación, que le van restando energías físicas de su mermada salud, que no quiere reponer con un permiso en la península; como consecuencia de ello, su viuda y huérfanos recibirán la pensión correspondiente a fallecimiento por enfermedad, sin consideración alguna a otro tipo de circunstancias. Serían algunos medios de comunicación los que a principios de 1923 se harían eco de la actuación del Teniente Coronel Barrera, preguntándose si este no era una víctima de la guerra al que la Patria le debía gratitud por sus servicios y sacrificio. Su muerte se produjo el 28 de octubre de 1921, el 16 de mayo de 1922 se repatriaba al Batallón expedicionario, el 14 de agosto se le concedía al Regimiento La Corona la medalla militar colectiva y el 15 de septiembre la medalla militar al Soldado Joaquín Ríos Morito; pero habría que esperar a diciembre de 1923 para ver recompensado (a título póstumo) al Teniente Coronel Barrera con la concesión del empleo de Coronel por sus méritos en campaña. En su obra "La historia secreta de Annual", el historiador y fotógrafo Juan Pando escribiría sobre el Batallón expedicionario de La Corona: "Llega el Regimiento de la Corona, unidad de reclutas que superará a muchas veteranas", dando ejemplo de lo que es capaz un Soldado bien mandado, y el mérito de ello sólo puede ser atribuido a su Jefe, al Teniente Coronel Barrera.
¡Cuántos en esta sociedad cumplen en silencio, como hizo el Teniente Coronel Barrera, más allá de lo que el deber les demanda sin pedir ni rehusar, y no les es reconocido!; en el caso de Barrera, su sacrificio tuvo al final recompensa, y en ello tuvieron mucho que ver los medios de comunicación.
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