
La mirada zurda
Antonio Guerrero
Vacaciones, ¿descanso o pérdida de tiempo?
Luis Martín-Santos publicó esta única novela, Tiempo de silencio, en 1962. Pero fue, se dice ahora, una obra icónica: para varias promociones de escritores españoles fue la narrativa perfecta para retratar el medio franquismo. Se trataba de un virtuosismo literario al que tendía todo aspirante a escritor, lleno de figuras y recursos, vocabulario y forma, mucha forma. Se utilizan, como virtuosismo estilístico, hasta tres personas narrativas, incluida la segunda, cosa rara de ver hasta hoy día, lo que era totalmente ajeno al realismo social imperante en la época.
El propio Martín-Santos llamó a esto realismo dialéctico. Junto con Nada, de Carmen Laforet; La familia de Pascual Duarte, de Cela, y El Jarama, de Rafael Sánchez Ferlosio, Tiempo de Silencio sería uno de los modelos a seguir, la expresión de la nueva literatura dentro del corsé que implantaba y administraba la censura del régimen establecido tras la Guerra Civil.
Cela, por cierto, trabajaba como censor del régimen y tuvo que publicar su renovadora novela fuera de España: reflejo de la hipocresía imperante en aquella retorcida época. La de Martín-Santos apareció, entonces, censurada. Su contenido original no sería recuperado hasta 1980. Su continuadora, Tiempo de Destrucción, inacabada, no sería recuperada totalmente hasta 2022. Tiempo de silencio es un modo de novelar hoy ya obsoleto. Ahora impera la narración y el diálogo, incluso por encima de la descripción. Leer estos interminables párrafos de páginas y páginas, sin puntos y aparte, llenos de monólogos interiores centrados en objetos periféricos o situaciones secundarias y con la trama demorada, pausada, lenta y demasiado espaciada, tanto que a veces queda perdida en la memoria del lector, es un acto de voluntariosa entrega al placer de la lectura tranquila, apartada e intensa, totalmente contraria a la literatura imperante actualmente en la multitud lectora de consumo que no tiene tiempo que perder y quiere ir al grano con una narración sencilla y tramas con principio, desarrollo y fin nítidos. La reflexión, para el ensayo; la denuncia, para los medios de comunicación y las redes sociales; la poesía… La poesía no existe.
Martín-Santos, psiquiatra, marxista por evolución de pensamiento, ingresó en el PSOE, de cuya ejecutiva formaría parte con Enrique Múgica y Ramón Rubial, y sería detenido varias veces. Murió por un accidente de tráfico en 1964.
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