Ciudadano A
¿Quién puede matar a su hijo?
No es que nos sorprenda que Donald Trump cambie de discurso sobre cualquiera de los temas en los que mete la mano (y la pata). Pero lo último nos ha hecho pararnos a considerarlo porque en algo nos afecta. Según leemos en este rotativo de nuestros afanes, Trump acaba de reconocer que su política migratoria está afectando a sectores como la agricultura, la hostelería y el ocio, y parece que va a suavizar la cosa, no sabemos hasta que punto aunque, como decíamos, estamos acostumbrados a que cambie radicalmente de un día para otro. Ha tenido que reconocer que esos trabajadores que ha expulsado son “casi imposibles de reemplazar” y se ve que le están protestando los grandes empresarios de esos sectores porque “está apartando muy buenos trabajadores de sus puestos de trabajo”. O sea, ¿quiénes van a reemplazar a esos expulsados y huidos del terror trumpiano? ¿Acaso los parados del cinturón industrial del Medio Oeste, llamado “cinturón del óxido” porque solo quedan restos de una excelentísima industria metalúrgica?. Parados que, por cierto, votaron casi exclusivamente a Trump, pero no sabemos si estarían dispuestos a irse a recoger naranjas y uvas, a servir copas y hamburguesas, a limpiar las habitaciones de los hoteles o a recoger las basuras de los resorts de Florida.
Aquí tenemos una situación que se parece bastante al caso de Estados Unidos. Para empezar, en Almería y, en general en España y en Europa, tenemos los mismos sectores citados –hostelería, agricultura y ocio- y algunos más como las obras públicas, con su mano de obra ocupada mayoritariamente por inmigrantes. Entonces, si aquí se aplicaran las mismas leyes que está perpetrando Trump, como pretenden nuestros ultras admiradores del presidente USA, tendríamos el mismo problema que se ha presentado allí: la falta de mano de obra para hostelería, agricultura y demás. Aquí no tenemos parados de la industria, porque no hay industria, así que rogamos a nuestros ínclitos xenófobos que digan de donde sacamos mano de obra autóctona. A ver quiénes van recoger los pimientos o las sandías (buenísimas este año, por cierto); quiénes van a servir las cañas en las infinitas terrazas de la piel de toro; o quiénes van poner los adoquines en lo que falta del Paseo, que no es poco. Bueno, lo de adoquines es un decir, porque no sabemos si se puede llamar adoquín a una piedra tan endeble, blanda, porosa, friable. Al final tendrá que ser lo del viejo dicho: que trabaje Rita.
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