Cuchillo sin filo

Francisco Correal

fcorreal@diariodesevilla.es

La vida

Esas dos torres gemelas no caerán el 11-S, llevarán siempre el legado de una madre que murió muy joven

Esas dos torres gemelas no caerán el 11 de septiembre. Ese día tendrá lugar una misa en la capilla del Cachorro por el eterno descanso del alma de Manuela. Se fue el 20 de agosto, ocho días antes de que sus hijos Bea y Rafa, por orden de aparición, apagaran las velas de sus 13 años. El cumpleaños más triste. La última vez que la vi, el 8 de julio -la fecha está en la hemeroteca porque dos días después publiqué una crónica-, asistía con su hija asombrada al baile callejero de dos adolescentes que habían colocado un sombrero rojo en el suelo. Manuela le dio una moneda a Bea para premiar el arte y la osadía. Era una artista de la cabeza a los pies. Dotada de una belleza de Romero de Torres, me regaló una sonrisa que denotaba recuperación ante el asedio del torvo enemigo y no era sino un canto del cisne en la apoteosis del baile. Bea y Rafa, hijos de Manuela y Rafita, los mejores caracoles del sur de España, son compañeros de clase de mi hijo Paco. Cumplieron un año el día que morían Umbral y Puerta, zaguán de coincidencias. En el colegio les pusieron un trabajo sobre Joaquín Turina y Emilio, compañero de mi hijo y de los huérfanos de Manuela, lo hizo sobre Joaquín Sabina. Gazapo genial para despedirla con música del vecino de Cernuda y letra del poeta de calle Melancolía.

Emma Zoffmann tenía nombre de personaje de novela. Nació en Cala, una zona minera de Huelva, el 29 de enero de 1914. Murió anteayer con 105 años. Su padre era sueco de Malmö, su madre de ese pueblo huelvano donde el nórdico llegó como ingeniero. Era la madre de mi amigo y compañero Luis Carlos Peris, también testigo aquel 8 de julio del baile de los dos adolescentes, Lucía y Christian apunté en mis notas, al que también asistió Manuela en su crepúsculo vital. Madres.

La hija del ingeniero sueco vivió dos guerras mundiales y una guerra civil. Perder una madre es para un niño como perder todas las guerras, pero esas dos torres quedarán de pie el 11-S. El cementerio seguía ayer su rutina. Esperaba en la parada del autobús y alguien me invitó a subir a un taxi. Iba con un ramo de flores. Me disponía a darle el pésame. Paco Gallardo no encontró ninguna floristería abierta y se fue al camposanto para comprar un ramo que le llevaba a Mamen, la madre de sus tres hijas, para celebrar los 25 años de vida en común que iniciaron en la calle Conde de Barajas, la calle donde nació Bécquer. Cuaderno de San Lorenzo.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios