Una vez fui con Javier a ver una de sus últimas exposiciones. Mientras esperábamos a una compañera en la puerta Huecas me miró y dijo: "¿Ves ese árbol? Está aquí desde mucho antes de que nosotros llegáramos. Seguro que cuando él nos mira piensa que somos imbéciles." Él dice que la máxima de su trabajo en este momento de su vida es conseguir recordar; su pintura no trata de ejercitar la imaginación sino la memoria: "La materia de la que estoy hecho tiene millones de años, estaba en el Big Bang y desde entonces ha pasado por multitud de formas vivas; antes de mi cuerpo la misma materia fue liquen, culebra o liebre, fue planta...el proceso de mi pintura es simplemente la búsqueda por recordar lo que he visto desde entonces" Trabaja principalmente la pintura sobre papel y la escultura en barro. Son varias las piezas de este artista que podemos ver al caminar por la ciudad de Almería: la figura en bronce de una mujer sedente de generosas proporciones que encontramos en la Plaza de San Sebastián, o los personajes imberbes de rasgos muy pronunciados que esperan desnudos sobre algunas estructuras de la calle Obispo Orberá. En su obra escultórica Huecas pretende un retrato acaso pesimista de nuestra especie. Estas piezas (p.e. La condición humana) son para él la denuncia del comportamiento absurdo que infringimos como seres naturales. "El hombre es el ser vivo menos inteligente; un gusano es más listo que cualquiera de los que nosotros llamamos genios. Porque no hay ningún animal o planta que destroce el medio en el que vive, aquello que lo alimenta. Los hombres destruimos todo lo que tocamos. Mi escultura es la denuncia de nuestra estupidez". Escuchar a Huecas cuando habla sobre arte es muy estimulante, un aprendizaje continuo. De hecho, ha pasado gran parte de su vida como profesor de instituto, un oficio hacia el cual no profesaba ningún tipo de estima, en el que se sentía atrapado pero que le concedió la oportunidad de crear libremente sin estar sujeto al criterio de los galeristas o a la precariedad económica. Sin embargo sus alumnos solo pueden hablar bien de él y de su forma de enseñar. En sus juicios se recrea en las pausas, en las miradas y cualquiera de sus comentarios con respecto a una obra -propia o ajena- sienta cátedra. En sus análisis saca siempre de la manga alguna anécdota histórica, el ensayo de un escritor de culto, o una experiencia en cualquiera de sus intensas escapadas al monte para pintar. Es un artista realmente prolífico a todos los niveles; capaz de producir centenares de dibujos en tan solo algunas semanas. "Yo soy como un manzano, mi deber es dar frutos. Pinto a pesar de cualquier circunstancia y más allá de la repercusión que pueda obtener mi obra. El árbol frutal también sabe qué es lo que tiene que hacer, cuál es su función en el mundo." Considera que el fin último de la creación es el entendimiento del mundo; que el arte es una ventana hacia el autoconocimiento, hacia la comprensión de uno mismo y de los demás. Y su práctica, un aprendizaje constante en el que hay que tener una inquebrantable actitud de entrega y servicio.

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