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Desde sectores políticos y mediáticos nacionales e internacionales se etiqueta a las operaciones militares que están llevando a cabo las Fuerzas de Defensa Israelíes (FDI) en Gaza, en el marco de la Guerra contra Hamás, como un genocidio del pueblo Palestino, es decir, el exterminio o eliminación sistemática de un grupo humano por motivo de raza, etnia, religión, política o nacionalidad, tal y como lo define la Real Academia Española (RAE). Desde mi punto de vista, aplicar este calificativo en la Guerra en Gaza no se ajusta a la realidad de lo que está ocurriendo en el campo de batalla, donde se podrán estar cometiendo hechos susceptibles de calificarse como crímenes de guerra, pero no de genocidio. Sin embargo, sí es genocidio lo que está ocurriendo en Myanmar (antes Birmania) con la minoría étnica musulmana de los rohingya, que habita en la región de Rakáin, fronteriza con Bangladés, donde los asesinatos, masacres, violencia sexual, quema de asentamientos, apartheid y desplazamiento forzado, forman parte del día a día que vive esta minoría étnica. Un drama humanitario que se produce sin que Naciones Unidas pueda intervenir al bloquear cualquier acción Estados como China, Rusia o India. Y a pesar de que la Corte Internacional de Justicia ha impuesto medidas cautelares, estas no han sido acatadas.
También podría calificarse de genocidio lo que el gobierno chino ha cometido con los uigures y otras minorías étnicas y religiosas en la región autónoma de Sinkiang, donde a partir de 2014 se ha recluido sin ningún proceso legal a más de un millón de musulmanes túrquicos en campos de internamiento. Es el mayor confinamiento a gran escala de minorías étnicas y religiosas desde la Segunda Guerra Mundial. Los expertos estiman que, desde 2017, cientos de miles de niños han sido separados por la fuerza de sus padres y enviados a internados.
Si nos remontamos a principios del siglo XX, cómo no citar la masacre del pueblo armenio, el primer genocidio de ese siglo que el mundo silenció durante décadas y Turquía aún niega. El 22 de abril de 1915 se inició un proceso de exterminio que se prolongó durante casi ocho años con un saldo de más de un millón y medio de asesinados y la diáspora de quienes lograron sobrevivir. Sin comentar los exterminios llevados a cabo por los regímenes nazi y soviético, con millones de víctimas. Ya mediado el siglo XX, el de Camboya, con 2 millones de asesinados en 4 años. El 17 de abril de 1975 las tropas del Partido Comunista de Kampuchea, más conocido como Jemer Rojo, entraron en Phnom Penh, la capital de Camboya, derrocando al régimen del General Lon Nol. Ese mismo día, obligaron a los cerca de tres millones de habitantes de la ciudad a desalojarla. Era el primer acto de un régimen genocida que, en apenas cuatro años, acabaría con la vida de entre una quinta parte y un tercio de la población camboyana. O la operación de exterminio en Ruanda, donde se calcula que entre abril y julio de 1994, en apenas unos cien días, fueron asesinadas hasta un millón de ruandeses.
Y ahora algunos llaman genocidas a los israelíes cuyas FDI están aplicando en la medida de lo posible en toda acción militar, y más en combate urbano, las reglas del derecho internacional humanitario. Si las FDI hubieran aplicado las tácticas siria y rusa en la ciudad de Alepo (Siria), con toda su potencia de fuego, posiblemente ya habría acabado la guerra, pero con un volumen de bajas civiles muy superior a las que dan las propias fuentes de Hamás. El avisar a la población para que abandone las zonas que se van a atacar, en cumplimiento del derecho internacional, como lo han hecho las FDI, pone en riesgo a su vez a sus propios Soldados, puesto que está facilitando a las milicias de Hamás la defensa. A los casi 8 meses de guerra, con la frontera egipcia cerrada a los refugiados palestinos, Hamás aún sigue contando con capacidad logística para continuar los combates. O sea, al pueblo palestino no les llega la ayuda humanitaria, no se le permite huir al lado egipcio de la frontera, pero los “famélicos” milicianos de Hamás siguen combatiendo, amparándose en su propia población convertida en escudo humano y manteniendo a rehenes civiles israelíes. Si uno de los principios del derecho de la guerra es la protección de su propia población civil, sería Hamás en todo caso quien estaría cometiendo genocidio al anteponer el fin de destruir a Israel a la supervivencia de su propio pueblo
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