Huércal de Almería
  • No son tantos como antes de la pandemia ni como quisieran los regentes de los puestos, pero centenares de vecinos siguen fieles a adquirir sus productos en estos puntos de venta

Viernes de mercadillo en Huércal

Viernes de mercadillo en Huércal Viernes de mercadillo en Huércal

Viernes de mercadillo en Huércal / Rafael González (Huércal de Almería)

Como cada viernes, la calle Profesor Tierno Galván de Huércal de Almería, en el tramo comprendido desde el IES Carmen de Burgos a las vías del tren, queda cortada al tráfico rodado. A la altura del CEIP 28 de Febrero, personal de Policía Local y Protección Civil vigilan por el cumplimiento de todas las medidas dispuestas por el Ayuntamiento. Desde allí hasta el Centro Social de la Tercera Edad, quedan montados una decena de puestos de venta ambulante. Por allí pasarán centenares de huercalenses durante toda la mañana, no tantos como antes de la pandemia ni, por supuesto, tantos como quisieran los regentes de estos puestos. Es el mercadillo de los viernes de Huércal, ahora adaptado a los tiempos actuales.

Alimentación y textiles se esparcen por esta superficie. Entre los primeros, los hay centrados en frutas y verduras, como el de Miguel. Allí, en uno de los puestos más grandes del mercadillo, uno puede comprar una selección de los mejores productos de nuestra rica tierra. Mandarinas, patatas de ojo de perdiz, peras limoneras, tomate raf, pimiento italiano verde o lamuyo rojo, todos de la provincia de Almería o de las vecinas tierras murcianas.

Miguel lleva quince años vendiendo en el mercadillo de Huércal y también vende en los de El Ejido, Cabo de Gata o San José. Afirma que este año las ventas se han reducido en más de un 30%, aunque “vamos saliendo”. “Ahora la gente sigue viniendo, pero no con la avalancha de antes”, reconoce este vendedor, que atiende a más de 200 personas cada día de mercadillo, “eso en pueblos pequeños”.

Muy cerca suya, junto a la churrería, en la que siempre hay gente haciendo cola esperando llevarse su ración, se encuentra el puesto de Isabel. Aquí, el surtido es tan variado que el cliente puede llevarse desde huevos a frutos secos pasando por tortas. “Por aquí viene menos de la mitad de gente que antes, y los que vienen se llevan menos cosas”, lamenta. Habichuelas o garbanzos son los productos más demandados, “pero ya no cosas que sean más de capricho”, explica. “A la gente le da miedo o no hay dinero”, comenta.

Enfrente de Isabel se encuentra Andrés, vendedor de textil vecino de la cercana localidad de Benahadux y uno de los más veteranos del mercadillo huercalense con casi treinta años ocupando uno de los puestos cedidos por el Ayuntamiento. Vende sobre todo ropa de señora y caballero, pero este año ha tenido que reinventarse y sumar mascarillas y gel hidroalcohólico. “Si te llevas algo más, por poco que sea, bueno es”, explica, a la vez que reconoce que “nos cuesta mucho trabajo poder subsistir”.

Los puestos siguen hasta las vías del ferrocarril. Pijamas con el logotipo de la red social de moda, ‘Tik Tok’, cuelgan de las perchas de la siguiente parada en la ruta. Le siguen otro textil, de ropa interior, y un último puesto de calzado.

Por la calle se nota el descenso de gente a la hora de recorrer la calle del mismo modo que los ambulantes lo notan en sus bolsillos. Algunos lo ven “negro”, otros confían en que todo mejorará de cara al verano y también los hay que ansían la llegada de la vacuna para que la normalidad vuelva con el comienzo de un nuevo año a los viernes de mercadillo.

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