Un tomate cherry diferente al resto y la unidad entre todos los socios han hecho de Coprohníjar una referencia en la agricultura almeriense y nacional, con un espectacular crecimiento desde sus orígenes allá por el segundo lustro de los 80.

Entonces, un grupo de jóvenes decidido a cambiar el sistema, con una línea comercial inexistente, comenzaron a llevar sus productos a las subastas, a donde llegaban compradores de otras zona a comprarlos. Eran 70 los socios fundadores de Coprohníjar y el volumen, de aproximadamente cinco millones de kilos, les dio una facturación de 500 millones de las entonces pesetas.

En aquellos primeros tiempos eran cerca de medio centenar de personas las que trabajaban en la compañía. Hoy en día, el número supera los 900 y se aproxima al millar de empleados. La facturación va ya por los 60 millones de euros.

Sus valores son el respeto y la unidad. Con esas dos premisas, Coprohníjar, con Juan Segura al frente de las operaciones, cumple con todas las ordenanzas y convenios existentes.

El valor, en producto, lo pone el tomate cherry, la ‘estrella’ del catálogo, en sus distintas variedades. Cerca del 60% del volumen de producción de Coprohníjar se da en las diferentes clases de cherry, aunque con la llegada de la primavera también cobra especial protagonismo la sandía.

El predominio del cherry sobre el resto ha llevado a la compañía a tener su propia marca de tomate, Tomate de Níjar, a la que recientemente ha sumado una nueva, en colaboración con Vicasol, enfocada al tomate gourmet, con la que Coprohníjar se introduce en este segmento de comercialización con la máxima ilusión después de un año de camino en común.

El cherry de Coprohníjar es tan especial que, si ya de por sí el tomate almeriense es muy apreciado, el clima y el agua hacen al tomate nijareño diferente al resto, con más consistencia y sabor.

Con un 100% de producción integrada, Coprohníjar cuenta además con ecológico, con un abanicoi de productos más amplio en el que incluye además pimiento, pepino o berenjena.