UD Almería I Girona FC I La crónica

Otro proyecto de Turki que se estampa (0-0)

  • El Almería se da cuenta demasiado tarde que tenía fútbol para haberle disputado la eliminatoria al Girona, pero se la dejó en Montilivi al no poner las ganas que sí mostró en el Mediterráneo

  • Eliminados en el mismo sitio por el mismo rival: ¿se habrá percatado Al-Sheikh que para ascender hay que fichar a jugadores forjados en esta venenosa categoría?

  • Minuto a minuto

Cuenca, que no ha estado en la eliminatoria por el virus FIFA, consuela a sus compañeros.

Cuenca, que no ha estado en la eliminatoria por el virus FIFA, consuela a sus compañeros. / Javier Alonso

Para remontar había que creer y la afición creía. Después de la decepción tremenda del pasado miércoles, fueron muchos los hinchas rojiblancos [tuviesen entrada o no] que acudieron a la puerta del Estadio de los Juegos Mediterráneos para animar a los jugadores a dar el primer paso hacia la machada. Las cara de los futbolistas, por contra, no transmitían esa misma sensación.

La cara de muchos también fue curiosa al ver el once por el que apostó Rubi. El míster ya había avisado que habría variantes y deslizó que veía en la mirada de sus futbolistas cómo estaban de moral [se vio en la llegada, como comentábamos unas líneas más arriba]. Pues bien, el catalán hizo una mezcla de los que ganaron en Gijón en la última jornada de la liga regular y dos pesos pesados: Morlanes y Sadiq. El resto, gente de confianza o apuesta directa de Rubi. Puerta grande o enfermería, no quedaba otra.

La verdad es que era día para ir, ir y seguir yendo al ataque y confiar en la defensa, lo peor del Almería. Fe, no quedaba otra porque a través de la razón o el sentido común no se cimentaba la remontada. Incluso desde la fe parecía complicadísimo, pero ¿y si a Rubi le salía bien su once kamikaze? Las remontadas del Madrid de Juanito, la del Deportivo ante el Milán, el Barça ante el PSG, el resultado del último ascenso rojiblanco, precisamente el Girona de Rubi como rival... La gente se había ilusionado, no era justo como mínimo no intentarlo, sobre todo el día que el Mediterráneo volvía a acoger público. Curiosamente, el último partido en directo que vio la afición acabó con un 4-0. ¿Y si...?

Aficionados en el fondo del Mediterráneo. Aficionados en el fondo del Mediterráneo.

Aficionados en el fondo del Mediterráneo. / Javier Alonso

En los dos primeros minutos, el Girona ya había tenido tres. Sylla solo ante Fernando y, en el saque de esquina, centro chut de Bárcenas que vuelve a sacar el meta. No era la salida esperaba, se notaba más tensión rojiblanca en la grada que sobre el césped. Pasados los primeros diez minutos, el Almería comenzó a hacer lo que tuvo que hacer en la ida para desactivar la presión catalana: balón largo a la carrera de Sadiq y los desmarques de los atacantes. La dinámica cambió, Villar tuvo el primero pero no estuvo rápido para controlar y chutar. Ahora sí le estaba encontrando Rubi las cosquillas a Francisco, el Almería estaba encontrando los espacios en la defensa visitante y nuevamente Villar pudo ver portería, pero se quedó sin ángulo tras regatear a Juan Carlos.

Momento desaprovechado

Pasada la media hora, podía llegar el gol para cualquiera. Los rojiblancos estaban siendo verticales como nunca y notaban la precipitación, lo que provocó varias pérdidas y contras peligrosas de los visitantes. Pintaba a que en este final de la primera parte era el momento del Almería: o caía ahora el primero o sanseacabó. Los rojiblancos estaban poniendo lo necesario para merecer mejor suerte, pero en el área de Juan Carlos no estaban siendo certeros, faltaba la contundencia que otros días se echaba de menos atrás. Pero nada, al descanso con 0-0 en el marcador. Si al comenzar el partido estaba en chino, ahora en hebreo.

Cuatro cambios de golpe para la segunda parte, con un esquema mucho más ofensivo. El plan de partido de Rubi posiblemente pasaba por irse al descanso en ventaja y jugarse el todo por el todo en la segunda parte. Faltaron milímetros para ello, un cabezazo de Samú Costa nada más sacar de centro a punto estuvo de ser el 1-0, pero Juan Carlos detuvo el cuero sobre la misma línea de gol. Además de la dificultad de la hazaña, la suerte tampoco estaba del lado rojiblanco. Las remontadas también necesitan de la diosa fortuna. 

Ivanildo cabecea un balón. Ivanildo cabecea un balón.

Ivanildo cabecea un balón. / Javier Alonso

Quedaba media hora, por lo menos el Almería merecía el gol del honor. La afición se merecía una despedida de la temporada por lo menos con sabor dulce. Pero iba a ser que no, Lazo tuvo la cuarta ocasión del partido, muy clara, pero ni a puerta. Había que hacer tres goles y sólo se chutó una vez entre palos. A una plantilla como ésta, se le pide algo más que buena voluntad y haber vivido toda una segunda vuelta de las rentas pasadas. Pero como el club se empeñó en meter a los futbolistas en una burburja, en la que no podían ni hablar con la prensa, al final uno se acomoda y no da lo mejor de sí si no ve crítica a su alrededor.  

Final de la temporada. Segundo proyecto estéril de Turki con el Almería. Muchas conclusiones que sacar, muchas críticas que hacer y, sobre todo, estrellarse dos veces en el mismo lugar deja una moraleja bien clara: más futbolistas conocedores de la categoría y menos fichajes estrambóticos. Si Rubi va a ser la piedra angular, mejor que la plantilla se adapte a él que él se tenga que adaptar a la plantilla.

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