Almería

El Ayuntamiento tramita legalizar la perrera y apuesta por una protectora

  • El alcalde, Miguel Martínez Carlón, señala que el centro no contaba con las licencias pertinentes Ahora esperan a que la justicia dictamine responsabilidades para tomar medidas disciplinarias

El Ayuntamiento de Vélez-Rubio no quiere que la imagen que acompaña a esta información vuelva a repetirse. Por esta razón, tras anunciar un expediente administrativo para tomar medidas disciplinarias con el responsable de la perrera municipal, el Consistorio ha decidido por un lado esperar a que la justicia dictamine qué grado de responsabilidad tiene sobre el mal estado y la muerte de animales en las instalaciones y, por otro, comenzar a colaborar con una protectora de la localidad de Antas que se encarga en estos momentos de recoger los animales abandonados dentro del término municipal velezano.

"No queremos tener más problemas con esta instalación y por eso hemos decidido trabajar con una protectora que nos cobra unos 50 euros por cada animal que recoge", explica el alcalde de la localidad Miguel Martínez Carlón.

De esta forma, desde el Ayuntamiento se sigue prestando un servicio municipal pero se evita incurrir en un uso indebido de una instalación, que por otro lado, no tenía todos los permisos en regla. Así lo ha confirmado el regidor velezano que señala que la perrera municipal no contaba con las licencias pertinentes. Algo que se ha encontrado al llegar al gobierno del Ayuntamiento y que por esta razón han comenzado a adecentar el local y redactar los informes veterinarios reglamentarios para que las delegaciones de Medio Ambiente y Sanidad de la Junta aprueben su uso. En cualquier caso, Martínez Carlón señala que su equipo de Gobierno no tiene intención, de momento, de utilizar esta punto de recogida de animales "porque la protectora nos ofrece el mismo servicio".

Los hechos se remontan al 5 de septiembre del año pasado cuando los servicios veterinarios de la Oficina Comarcal Agraria (OCA) de Vélez-Rubio redactaron un informe, a instancias del de la Guardia Civil, que decidió visitar la perrera después de que varios vecinos alertaran de lo que allí estaba ocurriendo. En su visita, tanto los veterinarios como los agentes encontraron perros en estado de malnutrición extrema, cadáveres en descomposición, cadáveres parcialmente devorados, parásitos, insectos y fuertes olores provocados por la falta de higiene. Además, constataron que en las instalaciones no había ni recetas veterinarias ni un botiquín, aunque sí cerbatanas con dardos sedantes.

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