Almería

La calle Méndez de Almería: el Aceitunero y Ginés Peregrín

  • La degradación urbanística capitalina tuvo su hito determinante en un pleno municipal a finales de julio de 1962; este propició la pérdida de su carácter mediterráneo, horizontal, armónico y amable

Puesto de El Aceitunero en el Mercado Central de la capital

Puesto de El Aceitunero en el Mercado Central de la capital / D.A.

Lejos de victimismos localistas que a nada conducen, Almería es, presumiblemente, la capital andaluza más degradada urbanísticamente. Y no solo en su casco histórico o en el eje Paseo/vías adyacentes: la piqueta demoledora se ensañó igualmente con los núcleos de antiguo cuño que colmataron el primitivo hábitat intramuros y en los paulatinos ensanches hacia el Este. Un movimiento especulativo que tuvo su origen y causa determinante en el plenario del 22 de julio de 1962. Sesión en la que se modificaron las Ordenanzas Municipales de 1950 (Plan de Prieto Moreno), dando así comienzo a la destrucción de una ciudad mediterránea, horizontal, armónica y habitable, pese a sus carencias e incomodidades: Moción  del presidente de la Comisión de Obras.- Uno de los motivos que tiene planteado el Municipio de Almeria y al que esta Comisión presta atención constante es el del excesivo desarrollo del núcleo edificado de la Ciudad, con las consecuencias que tiene en orden al cumplimiento de las obligaciones municipales relacionadas a la pavimentación, alumbrado, dotación de aguas, limpieza y otras.

Se hace preciso (por tanto) adoptar medidas encaminadas a que se produzca la mayor concentración humana posible dentro del casco actual, lo que traerá como consecuencia frenar el ritmo acelerado de extensión que desde hace varios años y, últimamente en forma más acusada, se vienen produciendo. Para conseguir tal objetivo es preciso que aumente la altura de la edificación…   

Ocurrió bajo la alcaldía de Cuesta Moyano, merced a un malhadado matrimonio de intereses con promotores de mayor o menor rango, en los que primó el enriquecimiento fácil y rápido al amparo de la normativa aprobada. En esa vorágine destructiva no se respetaron edificios señeros proyectados por Enrique López Rull y Trinidad Cuartara Cassinello, por citar a los dos más prestigiosos profesionales de su época. De la “quema” tampoco se salvó la antañona tipología almeriense de viviendas humildes que conformaban los barrios obreros: las conocidas como “casas de puerta y ventana”. Desafortunadamente, tenemos ejemplos para dar y regalar. Lo preocupante e inconcebible es que aún hoy se sigan cometiendo ante la permisividad de quienes tienen la obligación legal de poner coto a tales tropelías y a la indiferencia de unos conciudadanos a los que les dá igual ocho que ochenta y ocho.

Calle Méndez Calle Méndez

Calle Méndez / D.A.

El floreciente barrio de Las Cruces se nucleó alrededor de la iglesia de San Sebastián extramuros

Distrito 4º

Céntrica y recoleta. A escasa distancia del centro de una ciudad prácticamente desembarazada ya de las murallas que hasta 1855 la constreñía, se enseñoreaba un ubérrimo paisaje huertano de regadío (acequias, boqueras, partidores) y labranza diseminado en la collación parroquial de San Sebastián extramuros o de Las Huertas, el de mayor incremento demográfico: 45 mil almas censaban la capital en la segunda mitad del XIX. El “cuartel 7º” fue diseñado progresivamente por los arquitectos Joaquín Cabrera, Fabio Gago, Marín Baldó y el citado Cuartara. Al primero de ellos pertenecían los planos de 1867 (AMAL, legajo 1334) de la primitiva casita de una altura -propiedad de Antonio Hernández- sobre la que se edificó en la calle Méndez la magnífica vivienda unifamiliar (de dos plantas) que ahora tratamos glosar.

Ubicada perpendicular a las de Granada Las Cruces. En un posterior Distrito 4º que tenía en la desaparecida plaza de toros de Belén y el templo de San Sebastián sus edificios más representativos. El coso alzado en la Avda. de Vílchez fue inaugurado en 1888; y el cementerio del tramo medio de la Rambla clausurado a mediados del XIX y sustituido por el también municipal de San José. A dicho Distrito corresponden así mismo las calles Echegaray, Ayala, Marco (antigua de Las Posadas), Maldonado Entrena, Merino, Espronceda, Espartero, General Prim, Perpetas, Judías, Dragón, San Eugenio, Orbaneja (calle y plaza), Isaac Peral, Pi y Margall y Bécquer. La de Granada se ajustaba linealmente con el Real Camino de Belén, por cuya puerta (a la altura del desaparecido bar La Gloria) cruzaron en 1810 las tropas napoleónicas que ocuparon intermitentemente la ciudad durante un trienio en la segunda década decimonónica.

Según señala la cédula de habitabilidad firmada por López Rull, la referenciada pasó (con otra colindante) a propiedad de Manuel Vicente del Castillo por compra a Claudia de Cruz García: “Consta de habitaciones bien ventiladas, capaces y con luz suficiente; estando dotada de su correspondiente retrete (escasos por aquellas fechas, añadimos) y pozo negro en lugar adecuado… “. El comprador encargó el proyecto a Cuartara Cassinello, quien incorporó en los bajos un bar, de donde procedían, posiblemente, las tinajas que se hallaron en sucesivos movimientos de tierras. Establecimiento de bebidas al que le siguieron otros, hasta que El Aceitunero arrendó el local para otros menesteres. El último, que sepamos, lucía el nada original rótulo de bar La Antigua.

Registro de la Propiedad y AMAL ¿Pero quién era el tal “Méndez” que rotuló nuestra calle? No lo sabemos. Solo el abogado y concejal Alfonso Manuel Cano, autor de las primeras Ordenanzas Municipales, estaba en el secreto. A dichas Ordenanzas, editadas por el Ayuntamiento el 14 de abril de 1860, obedece su antigüedad en el nomenclátor urbano; figurando por tanto en el plano de Pérez de Rozas confeccionado en 1864. El sacerdote-historiador Tapia Garrido (<Almería piedra a piedra>) aventura que era en recuerdo del rico comerciante y concejal contemporáneo Juan Méndez, aunque rápidamente se desdijo al verlo reflejado en dichos planos.

Alineadas por Trinidad Cuartara, las calles Granada y Las Cruces enmarcaban el Distrito 4º

Según el Registro de la Propiedad, la finca de la calle Méndez, 4, se inscribió en agosto de 1928 con el nº 14.289 y una superficie total de 117,19 metros cuadrados y dos cuerpos de alzada: con espléndida fachada de 12 metros lineales. “De moderna construcción; en cuya casa se comprende una cochera (para el carruaje al servicio de la familia), teniendo una reja en el bajo y una puerta de entrada a la cochera y otra a las viviendas”. Propiedad de Manuel Vicente Castillo, fue hipotecada en siete mil pesetas, abonadas por José Martínez Zea.

Vicente Castillo era descendiente del depositario oficial en Almería de la pólvora y dinamita utilizada en la minería y construcción; con almacén en las cuevas del Quemadero, donde hoy se ubica, entre otras, la peña flamenca El Morato. Dada la fecha de su reforma final (1928) y peculiar tipología arquitectónica, atribuimos razonablemente a Guillermo Langle los planos de la espléndida fachada; surmontada por tres elegantes balcones; de similar hechura a otra vivienda unifamiliar en la cercana plaza Orbaneja. Dividida tras sucesivas herencias, en la planta superior reside el matrimonio Mª Inocencia García-Juan Manuel Montes; mientras que Manuela García le tiene arrendado el espacio que le correspondió a Ginés Peregrín, restaurador que le abona el alquiler acordado.

Procedente de Onil (Alicante), el comerciante Antonio Roque Llorens, el patriarca “Aceitunero”, se instaló en los soportales de la Plaza Vieja y continuación en el Mercado Central y calle Méndez

Tras concluir la terrible gripe de 1918 que vistió de luto a miles y miles de familias españolas, cuatro hermanos apellidados Roque Llorens emprendieron su particular diáspora desde Onil (Alicante) hacia distintas localidades en busca de un futuro mejor del que dejaron atrás. Antonio aterrizó en Almería, donde se casó con Ana Gómez García y de cuyo matrimonio nacieron Antonia, Carmen y Antonio.

Se inició en el negocio de venta al público de arenques, bacalao y aceitunas verdes y negras aliñás, en los soportales de la Plaza Vieja; trasladándose en 1924 a una barraca del Mercado Central de Abastos. Aquí atendían por las mañanas a la clientela y durante la tarde/noche en los bajos de una hermosa casa alquilada en c/. Méndez. A Antonio Roque Llorens se le sumó su hermano Andrés, procedente de Águilas y Lorca. Se surtía de almacenes “al por mayor” en Pescadería, desde donde traía convenientemente empaquetada la mercancía en un carrillo de mano y “tracción humana”. Los arenques de la fábrica de salazones que Manuel Aranda disponía en la rambla de Maromeros (hoy Avda. del Mar), envasados en tamales de 40 kg. Un bocado exquisito entre la población mínimamente remunerada: fritos con ajos; acompañando en invierno y días de lluvia a las migas o lo más típico según la tradición culinaria almeriense: envueltos en papel de estraza y prensados en el marco de puertas y ventanas, práctica con la que se elimina fácilmente la piel y espina central. El tamal (en el lenguaje del antiguo negocio del ramo) es una caja plana y cilíndrica de madera donde el pescado “curado” se deposita por capas, quedando a la vista del consumidor a través de su tapa exterior. Arenques que le dieron dinero y fama entre el vecindario.    El Aceitunero hijo (Antonio Roque Gómez), casado con Encarnación Martínez, cerró el negocio hacia 1976; sucediéndole en el local un obrador de confitería. Su nieto y heredero, Antonio Roque Martínez regenta un puesto en la Plaza de reconocido prestigio:

Antonio Roque “El Aceitunero Hijo”. Mercado Central de Abastos. Puesto nº 34. Planta principal. Aceitunas, salazones, frutos secos, charcutería y quesos

Puesto 34 en el Mercado central de El Aceitunero Hijo Puesto 34 en el Mercado central de El Aceitunero Hijo

Puesto 34 en el Mercado central de El Aceitunero Hijo / D.A.

El barrio de San Sebastián o de Las Huertas siempre se ha caracterizado por comercios de cercanías

En el Padrón de 1950 vemos censados como vecinos del padre a personas de variada condición profesional y procedencia, mayoritariamente de la provincia y en determinados casos merecedores de una particular semblanza biográfica. La calle la habitaban 31 familias. El muy frecuentado bar “El 42” hacía esquina con la calle Granada y en la acera contraria la sastrería de Juan Barón. Al comienzo de la calle Judías gozaba de fiel clientela una sanadora o “arregladora” de huesos con fama de milagrera; de avanzada edad y madre de los hermanos Oyonarte: futbolistas, hosteleros y responsables del bar Puente de Hierro, en Pescadería

Otra peculiaridad a señalar es la existencia durante la guerra incivil de un refugio antiaéreo conectado con la plaza de Jaruga o de La Inmaculada. Iniciada su construcción en agosto de 1937 por el maestro Francisco Llamas (bajo la supervisión del arquitecto Langle Rubio), el refugio de la plaza Pi y Margall se abrió en noviembre del mismo año. Con capacidad para 489 personas (sentadas y de pie), cuando sonaban las sirenas anunciadoras de los ataques facciosos accedían por sendas entradas en calle La Palma y Méndez.

Interior del restaurante Ginés Peregrín, en calle Méndez Interior del restaurante Ginés Peregrín, en calle Méndez

Interior del restaurante Ginés Peregrín, en calle Méndez / Clarissa Caocci

Ginés Peregrín abre restaurante

Es unánime y universalmente aceptado que la Gastronomía es un Arte. El octavo, después del Cine. Salvando las enormes diferencias geopolíticas, riqueza territorial y rentas colectivas o individuales, cada vez más se “vive para comer” y no viceversa. De ahí el extraordinario reconocimiento a los profesionales que la hacen posible. Conservando la sabiduría en los fogones de nuestras madres y abuelas e incorporando nuevos ingredientes, texturas y técnicas culinarias; en su caso procedentes de Holanda, México, Perú o Asia. Cada país, región o provincia cuenta con su propia nómina de mujeres y hombres diestros y experimentados en tales menesteres. Y en Almería, también. No me precio de gourmet pero un buen mantel de ricas viandas me place, lógicamente. Aunque la economía particular no está para tirar cohetes fue un auténtico placer descubrir -en solitario y en excelente compañía samaritana- el local que desde el pasado año tiene abierto el ya amigo Ginés Peregrín López (Granada, 1991) en la calle Méndez, vecina a la de Lepanto, donde nací y crecí en los duros tiempos de posguerra.

En una primera visita es recomendable el menú degustación y, en las sucesivas, decantarse por alguna de sus suculentas especialidades. Un acogedor ambiente en dos niveles, pero sin agobios. Con productos de la tierra y temporada, de mercado diario o “kilómetro 0”, en lenguaje actualizado. Del barco a la cocina, del invernadero a la mesa de trabajo. Reserven de miércoles a domingo y disfruten no sin antes brindar por la profesionalidad y excelencia de quienes atienden el comedor:

Esta es tu casa, aquí puedes venir a vernos cuando quieras, nuestro equipo te atenderá como uno más de la familia pasando un rato acogedor donde todo es posible. ¡Ven a disfrutar tu experiencia con los cinco sentidos!

Ginés Peregrín luciendo una pieza de atún Ginés Peregrín luciendo una pieza de atún

Ginés Peregrín luciendo una pieza de atún / Clarissa Caocci

Formado en España y Europa, Ginés Peregrín, regresó a Almería donde abrió un atractivo restaurante

Notas autobiográficas

Nacido en Granada de familia humilde. Todos con dotes artísticas. Músico por parte de padre (su progenitor se ha jubilado como profesor de contrabajo del Real Conservatorio Profesional de Almería, añado) y de pintura por mi madre, con 16 años de edad debí tomar una importante decisión: la música o la cocina; mundos ambos por los que sentía especial inclinación. En cualquier caso, aposté al 100% por la segunda opción.

Estudié en la Escuela de Hostelería de Salobreña (Granada) y posteriormente en la de Almería. Tas pasar por varios restaurantes de renombre en la ciudad, decidí dar el siguiente paso trasladándome a Holanda, donde seguí formándome y aprendí “gerencia de locales y nuevas aperturas”. Me acompañó el éxito ya que, después de conseguir un Big Gourmand Michelín en 2016, se me abrieron las puertas para proyectos que jamás habría imaginado: hoteles, grandes restaurantes, buffet…

Después de 9 años eh Holanda, Europa y los Alpes austriacos decidimos, tras un año muy intenso, volver a Almería, mi ciudad adoptiva; apostar por nuestros productos y su cocina tradicional. Digo decidimos porque en los Alpes conocí a mi actual pareja, Marijana Roncevic, mi mayor apoyo a la hora de afrontar grandes iniciativas. Así nació el Restaurante Ginés Peregrín, en la calle Méndez.

En la puerta del restaurante Ginéz Peregrín; comida en familia En la puerta del restaurante Ginéz Peregrín; comida en familia

En la puerta del restaurante Ginéz Peregrín; comida en familia / Clarissa Caocci

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