Almería

Darío, amigo, esto no es un adiós, es un hasta siempre

  • La abogada Antonia Amate recuerda en estas líneas algunos momentos vividos con su amigo, el recientemente fallecido Darío Fernández, abogado del mediático “Caso Almería”

Darío, amigo, esto no es un adiós, es un hasta siempre

Darío, amigo, esto no es un adiós, es un hasta siempre / D.A. (Almería)

Hola Darío. Así me has despertado tú cada día: Hola Antonia. A continuación una lección magistral de filosofía griega, religión, historia o vikingos. Así eras tú, investigador incansable, curioso imparable e inquieto. Un niño que no perdonó a la vida haberlo arrojado al mundo sin previo consentimiento, haber nacido en una España pobre o haberle arrebatado a su padre en plena infancia. Un niño que creció admirando a una madre, Antonia Álvarez, valiente, inteligente y arrojada, que sacó adelante a sus tres hijos, ejerciendo la noble profesión de maestra de escuela en los lugares más remotos e inaccesibles como Fuente Santa en Almería y la aldea de San Pelayo en Asturias, de la que recordaba en carne viva el frío y la humedad que sufrió, acostumbrado como estaba al clima cálido y seco de su pueblo natal, Santa Fe de Mondújar.

Con su hermana Antonia Con su hermana Antonia

Con su hermana Antonia / D.A.

De adulto nos confesaste tu promesa de luchar hasta la extenuación para no ser pobre, dejando tu infancia y juventud a un lado, fuiste un “niño viejo”. La vida no te defraudó esta vez, después de estudiar Derecho en Granada, volviste a Almería a ejercer la abogacía, con la más alta ambición de despuntar en una profesión a la que llegaste de cero, sin contactos, sin relaciones sociales, y sin un céntimo en el bolsillo, dotado solo de una voluntad de trabajo y una inteligencia excepcional.

El “caso Almería”, fue un antes y un después que te dio la oportunidad de salir del anonimato, demostrar el coraje, la inteligencia y el valor que te ha caracterizado. Creaste el personaje, dejando bajo una coraza al niño que llevabas dentro, fuiste la primera figura del teatro mediático nacional, a cambio renunciaste a todo, salvo tu familia, que fue el soporte sobre el que pivotó tu mundo más íntimo y personal, en el que me invitaste a participar.

En el campo En el campo

En el campo / D.A.

¿Recuerdas cuándo nos conocimos? Acababas de quitarte la toga del cuello, de expulsar tus demonios a través del libro “La justicia manchada en España”, y comenzaste a comerte el mundo, liberado de todo peso, “descumpliendo” años cada 16 de enero. Compartimos la plenitud de tu vida íntima y personal, cuando entró en ella tu hada madrina: Yolanda, llegó en el momento justo, llena de paciencia, amor y complicidad, compartiendo tus mejores años. Y… sacaste de la chistera al niño que eras, hiciste las travesuras que te quedaron pendientes: robar a las higueras sus dulces frutos subiéndote a las ramas más inaccesibles, hablar con pastores con los que te cruzabas en las caminatas diarias por los ramblizos secos, de los que eras un profundo enamorado.

En Cabo de Gata En Cabo de Gata

En Cabo de Gata / D.A.

El mundo se te quedó pequeño, pero siempre, a la vuelta, estaba tu corazón de niño huérfano buscando el calor de tu tierra. Tus salidas diarias tenían como meta o salida el mismo lugar: el mirador de Los Millares, del que disfrutabas deslumbrado por la belleza del paisaje que te acompañó desde que abriste los ojos a la luz.

Santa Fe, cuyas blancas casas se derramaban como palomas bajo unos montes áridos, rodeadas de feraces huertos de naranjos, te daba el soplo de vida diario que te ayudaba a reencontrarte y reconciliarte con tu infancia, a huir de las pesadillas que te han persiguieron durante años, después de haber conocido los entresijos de los delitos más abominables.

En contacto con la naturaleza, te desprendiste del peso que te impedía volar; tu familia, tus amigos, tus caminadas, y tus estudios fueron las pasiones de las que disfrutaste como nadie antes de irte, por cierto: sin haber pedido previamente nuestro consentimiento, motivo por el que nos dejas a todos los que te queremos, enfadados con el mundo y con la vida, y con una profunda herida que solo podrá ser cauterizada repasando los múltiples recuerdos de tantos momentos compartidos bajo un limonero del cortijo en una tarde de verano, una tarta de fresas en Tetuán comiéndola ávidamente con los dedos o un cappuccino en Turin en una cálida mañana de otoño, en aquella cafetería en la que se quedó la gorra azul, esperando que un día volvamos a recogerla.

Cumpleaños Cumpleaños

Cumpleaños / D.A.

Volveré a Fuente Santa a recoger esos higos negros de tu infancia, que esperan tus dedos golosos. Querido amigo: esto no es un adiós, es un “hasta siempre”. Hola Darío…

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