El campo almeriense se enfrenta a muchos retos, todos ellos confluyen en el objetivo de mejorar su competitividad y sostenibilidad, pero algunos de ellos se erigen como problemas en el corto plazo y de una correcta resolución se podría dar una oportunidad a nivel económico. La gestión de los restos vegetales, donde la provincia, por su horticultura intensiva, es la principal generadora de la región se encuentra en un momento complejo, donde la falta de plantas para su acopio y gestión, junto a la necesidad de ese cambio de cultura para su primer procesado a pie de finca por los propios agricultores, son los objetivos.

La Junta de Andalucía puso en marcha un Plan de Gestión de Residuos Vegetales en 2016 con las recomendaciones del propio sector, que intervinieron en su mejora. Más de un año después, esta estrategia no está surtiendo el efecto esperado, tal y como reconocía Rodrigo Sánchez Haro, consejero de Agricultura, en febrero a Diario de Almería, asegurando que "se necesitan otras medidas mucho más contundentes para que realmente podamos mirar al futuro con la tranquilidad que necesita nuestro sector".

En este sentido, la implantación de un modelo de economía circular es básico. Desde la óptica del consejero, otro "mundo de oportunidades, de conocimiento y de negocio para las industrias y para la ciudadanía". Con este fin, "para dar este paso más hacia la innovación y la diferenciación", el Gobierno autonómico ha diseñado la Estrategia Andaluza para la Bioeconomía, actualmente en trámite de información pública.

"Nuestra agricultura y nuestra agroindustria, sin duda, pueden contribuir de forma exitosa a este nuevo modelo económico basado en el uso eficiente del material biológico disponible". No en vano, existe un creciente interés por la obtención de bioproductos a partir de los restos vegetales y "la incorporación del principio de la economía circular (reducir, reutilizar y reciclar) refuerza la sostenibilidad de nuestras producciones y la diferenciación en el mercado".