En un palco, hermosas damas moras y cristianas concentran la atención de los centenares de personas congregadas en torno al rectángulo de playa que acoge los distintos espectáculos a la orilla de la mar y que configuran el recuerdo del desembarco de las fuerzas moras para la conquista de Mojácar. La danza oriental es el preludio exótico y ondulante de la conmemoración de la llegada por mar de las escuadras moras.

Jóvenes jinetes se preparan, llega el momento de la cogida de cintas a caballo. Con un ligero toque en la grupa el animal sale al trote, los jinetes muestran su habilidad en la cogida de cintas. Dominar el caballo, equitación experta y buena vista para engarzar la anilla que sujeta la banda. Al poco, son equinos de espléndida figura los que hacen notar su presencia; los expertos jinetes provistos de una lanza han de ensartar a galope la pequeña anilla que desenrolla la cinta que luego entregarán a las damas de los caballeros. El ritual se repite año tras año, el jinete entrega la banda a la dama y ésta la anuda en el brazo del caballero. Es el distintivo de la habilidad a lomos de caballo, acción nada fácil como los numerosísimos asistentes al espectáculo pudieron apreciar.

La doma equina tomó su lugar en la celebración conmemorativa. Se cruzaban comentarios entre los expertos 'que resulta imprescindible en el adiestramiento de un caballo, sobre todo cuando éste es joven, es la necesidad de establecer una relación de confianza entre el jinete y el animal. Un trabajo para el que se requieren grandes dosis de paciencia'. El resultado, espectacular.

A lo lejos, desde una prudente distancia, el tronar de los disparos de trabucos reclamaba la atención de quienes se acercaban a la playa. No podía faltar la pólvora. La fiesta continuaba en el pueblo. Hoy es el gran día del desfile de Moros y Cristianos.