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Una vendimia manual en un pago mítico

  • Bodegas Estévez acaba la recogida de uva en Macharnudo

  • De estas viñas salen sus principales vinos

La firma José Estévez ya ha finalizado la vendimia en los viñedos que posee en el pago de Macharnudo. Son 260 hectáreas en uno de este enclave mítico del Marco de Jerez, en el que la historia y la tradición -está documentado que en el siglo XIII ya se cultivaban vides en esta zona- se dan la mano con unas características propias (suelo, orientación) que hacen que los vinos que se producen a partir de los viñedos de este pago situado al noroeste de Jerez tengan una gran personalidad. Todos estos factores han contribuido a la fama de Macharnudo que ya en el siglo XIX era todo un clásico de la viticultura jerezana y mundial y también en un eje fundamental en la apuesta estratégica de Estévez por la tierra y el origen como principal seña de identidad de sus vinos.

Esas 260 hectáreas hacen del Grupo Bodeguero José Estévez el principal propietario de Macharnudo en lo que se refiere a la superficie total del pago, que cuenta con unas 600 hectáreas. El crecimiento de Estévez en este pago ha sido exponencial a lo largo de los últimos veinte años. En 1999, con la compra de Bodegas Valdespino, se produce el ingreso en el grupo de las primeras 36 hectáreas de viñedo ubicado en Macharnudo. Muy poco después tiene lugar la compra de Viña Hortelana, una finca de 20 hectáreas próxima a la viña de Valdespino. Durante años Estévez permaneció estable en cuanto a propiedad con esas 56 hectáreas, hasta que en el año 2012 se produjo un hecho que marcaría el futuro de este pago en lo que a titularidad se refiere con la compra de 205 hectáreas en dicho pago y su conversión en el principal propietario de Macharnudo. La operación se puso en marcha cuando Beam Global, la anterior propietaria de activos procedentes de las históricas Domecq, decidió poner a la venta buena parte de su viñedo, como parte de un plan de desinversiones en el Marco de Jerez. Beam Global contaba hasta entonces con unas 400 hectáreas de viñedo en Macharnudo y tras meses de negociaciones llegó a un acuerdo por el que Estévez adquirió la mitad de dicho viñedo. Fue una operación muy compleja, con distintos frentes, ya que Estévez, además de las 205 hectáreas de Macharnudo, también se hizo con otras 200 hectáreas en las inmediaciones de Cuartillos, un paraje conocido como Viña Bristol. En la operación, Beam Global se reservó además de la mitad de su viñedo en Macharnudo, la titularidad del Cortijo El Majuelo, hoy Castillo de Macharnudo.

Como consecuencia de aquella doble operación de compras, José Estévez se convirtió no solo en el primer propietario de viñedo en Macharnudo sino de todo el Marco de Jerez, con unas 800 hectáreas en propiedad. Además, tiene un acuerdo con la Cooperativa Vitivinícola Sanluqueña (Covisan), que vincula la producción del viñedo de sus socios al suministro de una de sus marcas líder, 'Manzanilla La Guita'.

Con la producción de sus viñedos de Macharnudo, José Estévez sigue suministrando a sus marcas provenientes de Valdespino -caso del fino Inocente, el amontillado Tío Diego, Palo Cortado Viejo CP y Palo Cortado Cardenal VORS-. También, más recientemente, estos viñedos nutren a uno de los últimos lanzamientos del grupo, Ojo de Gallo, uno de los nuevos blancos vinculado a la tierra albariza y a Tío Mateo, fino histórico jerezano que también se alimenta de otro pago propiedad del grupo bodeguero, Corchuelo.

Historia, tradición y clasicismo son tres referencias imprescindibles a la hora de referirse a este pago mítico pero también destaca su situación, su orientación y las condiciones edafológicas que lo definen. Se trata de uno de los pagos con mayor altura del Marco (a 135 metros sobre el nivel del mar es el más alto entre los pagos clásicos de la Denominación de Origen Jerez- Xérès-Sherry), con una orientación, enfrentado al mar, que permite beneficiarse al máximo de los vientos de poniente a estos viñedos plantados sobre sobre tierra 100 por 100 albariza, perfecta para el cultivo de la vid en las mejores condiciones. Todo ello aporta pleno equilibrio, mineralidad y potencia a unos vinos de gran personalidad y justifican plenamente el adjetivo de 'clásico' en la viticultura mundial.