Tengo mis dudas de que esta comedia costumbrista francesa pase airosa el famoso test de Beschdel que otorga el certificado de igualdad o aspiraciones feministas en las ficciones y producciones artísticas. Y eso que se esfuerza en caricaturizar al macho futbolero y ponerlo en solfa a costa de un equipo de fútbol local abocado a jugar con mujeres (madres, esposas, policías, putas y convictas) después de la sanción federativa para salvar in extremis su condena al descenso de categoría.
Servido el improbable enredo para jugar la comedia, ¡Va por nosotras! despliega sus estereotipos y lugares comunes entorno a la vieja guerra de los sexos y pone en práctica su falso feminismo y su sororidad entrenada y vigilada con cierta condescendencia sin intención de molestar demasiado. Se trata a la postre de especular con el cambio de roles y de desplazar al cómodo ámbito provinciano tan del gusto de la comedia popular gala cualquier atisbo de verdadera reivindicación de género para tiempos de lemas, manifas y consignas 2.0.
Más bien al contrario, la amable cinta de Mohamed Hamidi (La vaca, Bienvenidos al barrio), discurre placenteramente por la autopista del laissez-faire y ni siquiera se atreve a enarbolar la bandera de la verdadera emancipación en un repliegue tan manso como festivo. Hay que reconocerle al menos, y no es poco, que sus intérpretes (Merad, Calamy, Wilms) están todos a buen tono y que la cosa discurre con sorprendente ritmo y ligereza.
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