Pero lo más importante de la feria es un valor intangible: el público almeriense con sus reacciones y su buen estar, lo que provoca que la plaza esté en predisposición a la fiesta por la ilusión que se pone con los toros y el toreo y las ganas de pasarlo bien. Eso sí, con la exigencia propia de quien quiere a su plaza, a su feria y de lo que de ella se pueda pensar y decir. Un público que acude a la plaza sin complejos y con el orgullo de participar en los actos más importantes y de mayor trascendencia de todos los que se organizan durante la feria.

Y este año se ha apostado por la gente joven a raíz del inicio del triunfal Aula Taurina. Una iniciativa que ha tenido la Universidad de Almería poniéndola en marcha en octubre, con la participación decidida de la Casa Chopera. Para más ahondamiento, han puesto un abono especial para ellos con un descuento del 50%.

Hace ya 55 años que Almería acogió a la familia Chopera como empresarios, y acaba de renovar hasta el 2016, de momento. Decisión de la familia Cuesta, propietaria de la plaza, que no duda cada año en vigilar cualquier necesidad de reforma de lo que significa la mayor joya arquitectónica de edificio de espectáculo de masas. Este año con renovación de albero, pintura, toldos de corrales, etcétera.

Todo dispuesto: plaza, carteles confeccionados con toreros dispuestos y las mejores ganaderías del momento, los balcones para hacer colgar el color de esta tierra en forma de centenares de mantones, meriendas imitadas en otros lares pero inigualables y alegría por pasarlo bien acogiendo a los toreros con ese aplauso también único después de romper el paseíllo.

Luz en tiempos de crisis donde se espera que a la confirmada caída de cartel de Cayetano, sea Francisco Torres Jerez el que ocupe el lugar que merece.