Apenas hora y media duraron las 400 entradas puestas a disposición por el Granada que el Almería sacó ayer a la venta en su sede del Estadio Mediterráneo. Como era de esperar, los billetes, al módico precio de 10 euros para los abonados, volaron pronto, pero la sorpresa fue que muchos de los que allí aguardaban cola para hacerse con una de ellas observaron con perplejidad cómo un colectivo de jóvenes seguidores revendía a mayor precio los boletos que acababan de adquirir poco antes.

El mecanismo de venta establecido por el club no funcionó como debía al no establecer controles más rigurosos para evitar dicha picaresca y el enfado de buena parte de su masa social fue grande, canalizado en buena medida a través de las redes sociales, que a media mañana hervían con comentarios en el que la expresión 'vergüenza ajena' era la más repetida.

De poco sirvió que la entidad anunciase un día antes que solo se despacharían cuatro entradas como máximo por abonado, siempre y cuando portase los carnés y el DNI de todos los que representara, y que igualmente advirtiese que al margen de las 400 facilitadas por la entidad nazarí, la Federación de Peñas contaba con otro centenar debido a la negociación llevada a cabo a través de 'Aficiones Unidas'.

La sensación de muchos de los allí congregados que aguardaron casi dos horas de espera infructuosa es que se vendieron grandes paquetes de entradas sin el control necesario. El propio club, en vista de la polémica suscitada, salía al paso denunciando a través de su web que la entidad había anulado dichas localidades de reventa al ser advertida por sus propios empleados.

"La UD Almería quiere mostrar su indignación por esta circunstancia que, entre otras cosas, ha permitido lucrarse a un grupo de abonado a costa de otros, al margen de dejar a un número determinado de aficionados sin entradas",citaba el comunicado oficial, señalando que en adelante no venderá más al citado colectivo.