VOLEIBOL

Marco Carreño coge el camino trazado por Charly en Unicaja Almería

  • El joven receptor almeriense, de tan solo 17 años y un mes, llega de la Selección Permanente y ficha por el cuadro ahorrador, club en el que su padre se hizo mítico: "No me siento presionado por mi apellido"

Marco Carreño.

Marco Carreño. / Go Deporte (Almería)

Año 1992. Espigado joven que roza los dos metros, con 19 años y una tonelada de calidad, debuta vestido de verde junto a sus ‘mayores’, los ‘tales’ Manolo Berenguel, Cosme Prenafeta o Rafa Pascual. Aun de modo cariñoso ronda el apodo ‘pollo’ en las conversaciones que los ‘amigos para siempre’ que se hicieron en aquella época tienen regularmente. Año 2021. Espigado joven de 192 centímetros, con 17 años y una tonelada de calidad, se dispone a buscar su debut también vestido de verde, y en manos de Manolo Berenguel, además, recibiendo el apelativo de ‘pollo’, como le corresponde por edad según la jerga propia. De Carreño Cejudo a Carreño Millón, de Charly a Marco, de padre a hijo, de central a receptor, de mito a proyecto de gran jugador y, por qué no, mito. El proyecto 2021/2022 ve nacer a la ‘saga Carreño’.

En estos casos, el apellido puede dar alas o puede ser una losa. Sin duda alguna, en la cabeza de Marco es lo primero, seguro de si mismo y consciente de que tiene al mejor referente. Sería absurdo no usarlo a favor, y es un tipo inteligente que así de meridianamente claro lo ve. De hecho, su padre no solo fue un enorme jugador, sino que actualmente es un entrenador de prestigio internacional. Los consejos que pueda recibir, una vez que le llega el salto, irán acompañados de esfuerzo, porque una cosa no quita a la otra: “No me siento presionado por ser Carreño, pero voy a luchar para estar a la altura y llegar tan lejos como mi padre”. Marco va en serio, a por todas, consciente de que lo que le ha llegado por sorpresa, es su oportunidad.

En ese sentido, fue Manolo Berenguel el que se interesó por tenerlo en la plantilla, valorando la calidad innata que tiene para distintas facetas del juego: “Cuando me llamó a principios de agosto, no me lo esperaba; me propuso formar parte del primer equipo y fue una gran sorpresa”. Automáticamente llamó a sus padres, emocionado y feliz, para contárselo. Desde ese momento comenzó un viaje cuyo cima está por escribir, pero cogiendo desde el mismo principio el camino trazado por su padre tres décadas atrás. Mide 6 centímetros menos (198 de Charly), pero todavía puede que crezca algo más, dada su temprana edad (7 de agosto, 2004). En todo caso, y con sus cualidades, no es algo relevante, sobre todo por su gran motivación: “Realmente estoy muy orgulloso de vivir esta experiencia en el club de mis sueños”.

Su crecimiento se ha ido labrando de la mano de históricos, como Cano, que fue el primero que lo cogió en el colegio, o Javi Yuste, que fue el último antes de irse hasta Palencia para formar parte de la Selección Permanente. Entre medias jugó un año en Mintonette, siendo las edades que marcan su trayectoria la de 9 años, el inicio, y los 15, con los que se marchó a la capital castellana para encontrar a Pablo Ruiz. El entrenador asistente de Unicaja Costa de Almería lo conoce bien, y viceversa. El cuerpo técnico, de hecho le inspira una gran confianza: “En el poco tiempo que llevo con Manolo, se ve que es un gran entrenador y espero aprender mucho de él, y con Pablo he compartido experiencias. sé cómo trabaja y cuál es su filosofía, así que estoy muy contento de poder seguir otro año más con él”.

Si se le pide que se defina a si mismo, se centra en su actitud más que en su técnica o físico, porque es algo que le ha inculcado su padre: “Siempre me dice que trabaje con la máxima humildad posible y que no pise a nadie en mi camino”. Así, para este chico de tanta proyección lo más importante es eso: “Como jugador, me considero trabajador, disciplinado y un buen compañero”. Metido en la vorágine de desarrollar una pretemporada con un equipo de élite por primera vez, la adaptación es básica y fundamental, algo que está compartiendo, y es una ayuda, con tres chicos también muy jóvenes, si bien Marco es el menor de los cuatro: “Todavía los más jóvenes nos estamos adaptando al cambio e integrándonos en el grupo”. La temporada se viene acercando paulatinamente, y no piensa arrugarse cuando llegue el momento.

Y es que, evidentemente, es inevitable echar a volar la imaginación y pensar cómo será ese momento en el que sea reclamado para saltar a la pista: “Será como un sueño para mí poder debutar en el máximo nivel con Unicaja Costa de Almería como ya lo hizo mi padre en su momento, y espero poder aportar cosas buenas al equipo y al club”. No muestra predilección por ningún adversario al que medirse, pero sí va a máximos: “Estoy muy motivado y con ganas de jugar contra los más grandes”. A su lado, cuando esa oportunidad llegue y mientras que lo hace, tiene un “equipazo” que como grupo se está ya definiendo por su solidez y unidad, por su compañerismo y su compromiso: “Todos se portan muy bien con nosotros, la verdad, y todos nos aconsejan y nos guían en los entrenamientos”. Los veteranos se reconocen en ellos.

Así le sucede a su padre, que asegura que “el consejo que le doy ahora es el mismo que le doy siempre: que trabaje, porque no hay cosa mejor en la vida que trabajar mucho y muy duro, y que sea humilde, para entender su nivel, sus posibilidades y sus responsabilidades”. Charly Carreño se confiesa “orgulloso” de sus cuatro hijos, pero “en esta situación en especial Marco no solo tiene altura, sino talento que tiene que explotar y trabajar, un talento que es una parte pequeña de lo que él podría ser, y solo le queda esforzarse para ser lo que quiera; ha elegido ser jugador de voleibol, estupendo, y si quiere ser profesional, que lo dé todo, al cien por cien, y sí, que vista el verde es especial por ser mi club, del que me siento parte”. Moisés Ruiz fue quien inició a Charly “en las pistas del Azcona”, llevándolo “a una concentración andaluza en la Navidad de 1988”. En ella llamó la atención y fue convocado para otra nacional al año siguiente en León, “de la que surgió la primera generación de la Permanente de Palencia”. Al debut, en el Florido, llegó habiendo hecho antes la preparación para los Juegos Olímpicos de Barcelona.

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