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Ramis se acordó de Santa Bárbara

  • El equipo se ha instalado en la cola a cierta distancia de la salvación, sin un Quique en la plantilla y con un técnico que prueba a ver si suena la flauta

  • La cara de René al encajar es el espejo del alma

Gaspar intenta controlar un balón ante la oposición de Morillas.

Gaspar intenta controlar un balón ante la oposición de Morillas. / JUAN A. TABERNERO

Las decisiones hay que tomarlas en el momento. En otra época de frescura y más ganas Alfonso García hubiese destituido a Ramis hace una semana, tal y como solicité desde estas líneas para evitar trances como el de ayer. Resultó curiosa la alineación inicial, con Motta en el lateral derecho por Fran y Joaquín en su posición natural, la de centrocampista defensivo. También Gaspar fue de la partida, al igual que Caballero, que dentro de un bajo nivel, por ser cortés, lo intenta. O sea, contando con lo que había disponible el once inicial pareció competitivo. El único lunar Trujillo, otrora central sacrificado que antaño sabía cómo suplir sus deficiencias. Fue el protagonista negativo de los primeros ataques con peligro del Albacete, pero en el que acabó en gol reculó en exceso. Marca de la casa. Sería injusto cargar las tintas sobre el central madrileño, habida cuenta de que Ramis se acordó de Santa Bárbara cuando escuchó los truenos. El todavía técnico rojiblanco improvisó una alineación interesante sin apenas rodaje, como los alumnos que estudian el examen un día antes. Trujillo viene de una larga ausencia, y por ende, ritmo. En igual situación se encontraba Motta, y en cuanto a Joaquín sigo pensando que su demarcación natural es la que ocupó en la parcela central, pero todo esto se intentó meter con calzador deprisa y corriendo, reconociendo de facto Ramis sus anteriores dislates. No hay que obviar que la plantilla no da para muchas más combinaciones. Sería injusto culpabilizar de todo al técnico, cuando la planificación de esta temporada pasa por ser quizá la peor desde que Alfonso García consolidó a la UDA en la LFP. Se comenzó la temporada con cierta esperanza, no ya por los resultados, sino porque al equipo se le vio jugar a algo. Llegaron las victorias ante rivales sin ritmo de competición o de un nivel medio bajo, pero lo bueno y lo malo de la liga regular es que pone a cada uno en su sitio más pronto que tarde. Así, como sin quererlo, el equipo se ha instalado en la cola a cierta distancia de la salvación, sin un Quique en plantilla y con un técnico que prueba y prueba a ver si suena la flauta. La cara de René cada vez que recibe un tanto es el espejo del alma, desolación total al borde del llanto. En temporadas anteriores tenía la sensación de que terminaría por haber un final feliz, porque existían ciertos mimbres para confeccionar el cesto. Sin embargo, en la presente campaña empiezo a temblar, porque el plantel tiene demasiadas deficiencias y pese a ello el técnico ha estado jugando con fuego. ¿Qué se podría hacer? Lo solicito por segunda semana consecutiva, y como primera medida urgente: Ramis debe ser cesado, más que nada por renovación mental de los jugadores y por buscar una motivación. Si no se toman medidas, la distancia con la salvación podría empezar a ser tan grande que ni con refuerzos de invierno se va a poder dar la vuelta a la situación más grave desde que se comenzó a vivir el sueño de la LPF.

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