La fractura que retira a Gasol

La consulta del especialista

El catalán tiene que parar por la mala evolución de una fractura por estrés del hueso escafoides de su pie tras una cirugía

Radiografía de un pie, articulación lesionado en Pau Gasol.
Doctor Ríos

23 de noviembre 2019 - 19:17

Pau Gasol ha dicho adiós a su carrera como jugador profesional de baloncesto, al menos por ahora. Los Blazers de Portland han rescindido su contrato y el pívot español se centrará en los sucesivo en recuperarse. No hay fecha de regreso. El motivo de tal circunstancia ha sido la mala evolución de una fractura de estrés del hueso escafoides de su pie tras la cirugía a la que fue sometido. El plazo inicial de recuperación era de 6 meses pero no se ha cumplido por lo que su equipo ha decidido liberar su contrato para poder fichar a otro jugador. ¿Será el adiós de Gasol como jugador en activo? No es el único jugador de baloncesto que ha tenido que lidiar con este tipo de lesión. Jorge Garbajosa otro español de la NBA y actual presidente de la Federación Española de Baloncesto o el pívot chino Yao Ming tuvieron que retirarse por sendas fracturas de estrés que no fueron capaces de superar. Gasol se ha fracturado un hueso clave en la estabilidad del pie como es el escafoides. Su función es estabilizar el arco del pie gracias a que en él se inserta el tendón más importante de la cara interna del pie, el tibial posterior.

¿Qué es una fractura por estrés?

A medida que un deportista entrena, sobre todo los deportes relacionados con el impacto como atletismo, saltos como el baloncesto o fútbol, las células óseas remodelan y modifican el hueso para acomodarlos a las tensiones que sufren durante la carga y el apoyo en el ejercicio. Es un mecanismo de adaptación. El cuerpo trata de reforzar la zona donde se soportan mayores cargas y tensiones, llevando más cantidad de calcio, buscando que ese hueso sea más resistente. Suelen ser en huesos de articulaciones de carga como los tobillos, pies, rodillas o caderas.

A veces, un salto o una carrera es tan rápida y brusca que puede hacer que se pierda la continuidad al vencer la resistencia del hueso que se provoca una fractura. Esto es frecuente en la tibia, a unos 6 cm por encima del tobillo y en el pie. Puede comenzar con una pequeña grieta, la tan frecuente fisura, que con el reposo y tratamiento adecuado, consolida correctamente y no va a más. Pero si no es diagnosticada o es infravalorada, puede dar lugar a una fractura con todas sus consecuencias. El hueso, a pesar de intentar reforzarse con calcio extra, no es capaz de aguantar las sobrecargas repetidas un día tras otro y al final, un pequeño traumatismo lo fractura. Es lo mismo que cuando doblamos un alambre de forma repetida e insistente. Al principio se calienta y si somos pacientes, seremos capaces de romperlo por muy resistente que éste sea.

Gasol, con muletas hace unos meses.

El paciente nota dolor, de aparición progresiva, relacionado con el esfuerzo y que cede cuando descansamos. Si progresa el cuadro, el dolor es continuo. Se aprecia al palpar una zona dolorosa con inflamación local. Si hacemos una Rx en las primeras fases, es posible que no veamos nada, pero a las 2-3 semanas se apreciará un callo de fractura como si hubiéramos tenido una lesión en el hueso pero sin trauma previo. La gammagrafía también puede ayudar en el diagnóstico. En los casos más severos, tras un traumatismo mínimo, la tibia o el hueso del pie se fractura, de forma completa, requiriendo una intervención quirúrgica para solucionarla.

¿Cómo se trata?

El tratamiento en las fases iniciales, si es una lesión muy pequeña, consiste en parar la actividad deportiva, aplicar tratamientos locales que ayuden a acelerar la consolidación como la magnetoterapia y suplementos de calcio. Al cabo de 4-6 semanas, la fractura puede estar resuelta y el deportista puede iniciar su actividad deportiva de menos a más.

En el caso en el que ya hay una fractura de mayor entidad, que nos haga sospechar de una fractura más grave de forma inminente, o bien, ésta ya se haya producido, con el consecuente desplazamiento de ambos fragmentos, el tratamiento indicado consiste en la colocación de un clavo endomedular de acero en el caso de la tibia o de placas o tornillos si se trata de huesos del pie. Dicho enclavado se suele introducir por la rodilla, a través del tendón de la rótula, y se usa para alinear los fragmentos, a modo de tutor, para que no se desplacen y se coloquen juntos y en contacto.

En contra de Gasol juega su edad y todo el desgaste que ha sufrido a lo largo de su carrera deportiva

Dicho sistema de fijación es fundamental para la consolidación de la fractura porque para que se forme un “callo óseo” de calidad, se necesita que haya un contacto amplio entre ambos fragmentos en el foco de fractura, y que no haya movimiento en la zona de la fractura. Si lo hubiera, resultaría más difícil crear un callo óseo de calidad, e incluso, en algunos casos, la fractura no consolida, teniendo que reintervenir al paciente, pasados 9 meses que se considera como el tiempo máximo que precisa este tipo de fracturas para “pegar”. En el caso de las fracturas de alguno de los huesos del pie, se suele realizar una “limpieza” del hueso enfermo o desvitalizado, el aporte de injerto óseo del propio paciente y placa o tornillos para estabilizar dicha fractura como es el caso de Pau.

¿Y después, qué?

Hay que ser cauto a la hora de la reincorporación. La biología del cuerpo humano necesita su tiempo y no podemos pretender buscar atajos que puedan perjudicar la recuperación del paciente. Si nos precipitamos, se puede formar un callo óseo de mala calidad y correr el riesgo de una nueva fractura cuando el paciente vuelva a someter a su pierna a un estrés continuado debido a su disciplina deportiva. La tendencia más novedosa es intentar “ayudar” a las células formadoras de callo óseo, mediante la inyección directa en el foco de fractura de plasma rico en factores de crecimiento. Ya se ha comentado en esta sección las propiedades. Consiste en la infiltración de concentrado de plaquetas (células reparadoras por excelencia del organismo) en la zona donde hay una lesión. Lo que produce es un aumento de la actividad de reparación y que se active una respuesta por parte del organismo, más efectiva. Puede dar lugar a un menor proceso inflamatorio y doloroso tras la intervención y que la recuperación discurra por cauces más eficientes.

En contra de Gasol juega su edad y todo el desgaste que ha sufrido a lo largo de su carrera deportiva. Los millones de saltos que han debido soportar esos pequeños huesos del pie del gigante de 2,16 metros, la artrosis que se ha generado y la biología límite que de la zona no son una ventaja. Esperemos que el tiempo, los medios y la naturaleza campeona del español pueden solventar con victoria el partido más importante de Gasol.

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