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El único recién aterrizado que juega

  • Como el mercado invernal fue un fracaso, los velocistas tienen que adaptarse a que no se juegue para ellos y tiran de un carro que se mueve Cierto, gran momento del congoleño

Si el pésimo mercado de invierno le ha traído al Almería dos jugadores que no utiliza, la eliminación del Congo sí que fue una buena noticia para Juan Ignacio Martínez, puesto que llegó Thievy en el momento oportuno después de la sanción de Hemed. El africano, más fino y veloz, cada vez más cerca de su estado óptimo, podía ser un jugador importante en un partido que se debía de prestar al contragolpe.

Sin embargo, como el Almería tiene esa curiosa manía de meterse en todos los charcos que hay en la carretera, regaló una falta de las que no mete nunca, y encaja todas. Demasiado pronto para ir por detrás en el marcador y ver cómo el plan se volvía a la inversa: espacios cerrados para atacar y abiertos para que te atacasen. Mala pinta.

Thievy trataba de caer a la izquierda para recibir balones, puesto que a la derecha Silva se había desquiciado con Ghilas y sólo buscaba una guerra personal. Sin embargo, Édgar tampoco se caracteriza por su facilidad a la hora de pasar el balón y salvo alguno que le ponía Soriano, el congoleño no la tocaba. Mientras el Almería hacía aguas en ataque, el Córdoba contragolpeaba y se estaba mereciendo el segundo. Por fortuna, el larguero de Julián evitó la desesperación total. Al descanso, el delantero apenas había tocado cuatro o cinco balones, todos en zonas poco trascendentales y se marchó al vestuario con la misma mala sensación que todos sus compañeros.

El comienzo de la segunda parte fue diferente para el congoleño. Primero con una jugada polémica, de las que demuestran que los árbitro no le hacen caso al reglamento y pitan normalmente lo que les viene en gana. Falta rápida, Thievy gana la línea de fondo y saca un pase de la muerte para que Soriano marque. Sin embargo, el línier levanta la bandera al creer que el balón había salido. Las repeticiones en la televisión dejan lugar a la duda y el reglamento dice que, en este caso, el juego no se interrumpa. El ojo humano, por supuesto que no puede ver esta acción con claridad. ¿Por qué se anula la jugada?

La segunda tras un balonazo en el que tuvo que buscarse las habichuelas, única manera en la que el Almería creaba peligro. Edimar le recriminó un empujón y Thievy se calentó. Le soltó la mano y poco después vio amarilla por soltar un brazo en un salto. Los almerienses se habían venido arriba y poco después le dieron la vuelta al choque.

Con el 1-2, el partido se le había puesto de cara para lo que a Thievy le gusta, espacios para demostrar su velocidad. Podía y tenía la obligación de ser letal. Sin embargo, demasiado tenía el Almería con tratar de frenar a los peligrosísimos delanteros cordobesistas como para hacerle también llegar balones al congoleño, que sabía que era momento de hacer la guerra por su cuenta y ayudar atrás en lo que pudiera.

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