Como reza el eslogan de este año, "no hay salsilla como la hambrecilla". Eso es lo que debieron pensar ayer los asistentes al XV Concurso de Gastronomía Almeriense. Y es que el aroma que desprendían las cazuelas de las siete concursantes no era cosa de poco.

El plato elegido para el primer día de competición fue el ajillo, una receta tradicional que se elabora en buena parte de los hogares de toda la provincia. Ya sea como acompañamiento de carne de conejo, cordero lechal, pollo o cerdo, la salsa deja pocos vestigios de su paso en los platos de los comensales.

El mismo alcalde de la capital, Luis Rogelio Rodrígez-Comendador, dio fe de ello durante su visita al concurso. "Es un aliño que va fantásticamente bien con cualquier plato, y de un día para otro está incluso mejor".

Los ingredientes que se necesitan para su elaboración son básicos en la cocina almeriense: aceite de oliva, ajo, almendras, vinagre, pan, sal, pimientos secos... y el toque personal lo dan las distintas especias con las que se adereza. Se le puede añadir pimienta molida, comino o perejil, así como alguna guindilla para los amantes del picante.

Sin embargo, como suele suceder con todos los tipos de comida, no hay dos platos iguales. La mano de la cocinera cuenta, y mucho, en el resultado final.

Para los tres miembros del jurando, José María Garrido y Juan Fernández, ambos profesores de la Escuela de Hostelería, y la representantes de Ashal, Rosa María Hernández, el plato más suculento fue el elaborado por Juana e Isabel González Fenoy.

Era la primera vez que estas dos hermanas nacidas en Almería participaban en el concurso y, como se suele decir, 'llegaron, vieron y vencieron'. Su secreto: incorporar al 'majado' almendras fritas y crudas.

Su satisfacción era grande, "es la primera vez que ganamos algo", comentaba una de ellas. Hoy vuelven a probar suerte con el plato del día: patatas en ajopollo.

La mayoría de las participantes cuenta con una dilatada experiencia en el concurso. María del Mar Nuñez Oña lleva quince años acudiendo, y ya ha ganado varios premios. Desde hace dos, su marido, Francisco Rodríguez, la ayuda como pinche, y admite que "es ella la que lleva el mando, estoy muy orgulloso".

Hubo que esperar casi tres horas para degustar los platos de las participantes, pero mereció la pena. Nada como la comida casera.