Finanzas

Mercería Mena, 130 años de historia al servicio de la costura tradicional

  • Cuatro generaciones después, el negocio resiste como uno de los pequeños comercios en el centro de la ciudad y achaca a la administración local el "abandono" que sufre esta zona

El histórico negocio familiar, ubicado en la calle Concepción Arenal, mantendrá su actividad habitual. 130 años desde que la primera generación Mena decidiera abrir sus puertas al público y 57 años después de que se instalara en el actual emplazamiento, la mercería niega cualquier posibilidad de cierre. Lo cierto es que en las últimas semanas se ha rumoreado sobre la posibilidad de poner punto y final al comercio, pero actualmente es una de las pocas tiendas tradicionales que sobreviven en el centro de la ciudad.

La entrada ya evoca un retorno al siglo XX por el olor tan singular que desprende y por la disposición que presenta. Detrás del escaparate pulcro y sencillo, una infinidad de cajas de cartón, telas y catálogos milimétricamente colocados invitan a conocer este particular establecimiento.Tal es su implicación por conservar sus orígenes que en la puerta de entrada aún mantienen un golpe desde hace 25 años. Un camión, cuando la calle todavía no era peatonal, colisionó contra el portal sin ocasionar, afortunadamente, graves daños.

La crisis todavía no se ha ido y es complicado remontar, pero no vamos a cerrarlo

Francisca Mena, que regenta la mercería, asegura que varios clientes ya se han interesado por las causas de este cierre inexistente: "En lás ultimas fechas ya nos han 'cerrado' varias veces el negocio porque alguien, y no sabemos quién, se ha encargado de difundir algo que no es cierto". La única modificación que se ha producido es la reciente jubilación del empleado "de toda la vida", algo que ha podido interpretarse como el desenlace del local. Sin embargo, Mena ha dedicado su vida laboral a gestionar este espacio y se resiste a dejarlo: "Veo esto todos los días y mientras que la gente nos quiera permaneceremos abiertos".

La crisis económica acabó destruyendo los pequeños establecimientos del entorno y, aunque esta mercería no fue ajena, aún soporta los efectos : "Todavía no se ha ido, al menos nosotros no lo notamos y es muy complicado remontar, pero soy muy constante y no lo voy a dejar. Si hay salarios bajos, tú no vienes a comprarme y yo no obtengo ingresos". Francisca Mena achaca al Ayuntamiento de Almería buena parte de la responsabilidad que ha derivado en la baja comercialización de la zona.

Según cuenta, los comerciantes se sienten "abandonados" porque desde la administración local no se fomenta el ocio: "Los autónomos somos quienes pagamos más impuestos y si no lo hiciéramos habría un gran problema. Yo no digo que no se den oportunidades a los centros comerciales, pero no se puede olvidar el pequeño comercio". Una dejadez que se acusa especialmente en verano puesto que "los turistas vienen a visitar museos y no llegan a estas calles porque no hay oferta de ocio". Solo la segunda quincena de agosto, con la celebración de la Feria de Almería, les permite sacar adelante la empresa familiar con un leve repunte en las ventas.

Mientras atiende a la clientela que viene buscando cintas y pedidos encargados, Mena hace las cuentas con bolígrafo y sobre el mismo papel que envuelve luego el producto: "No uso la calculadora, soy más de métodos tradicionales". Tan clásica como su público, que lo define como "gente de toda la vida". De hecho, es habitual que el testigo pase de padres a hijos. Desde su apertura, siempre ha mantenido el mismo horario de atención al público, aunque reconoce que la vida ha cambiado mucho: "Ahora salen novedades casi a diario, pero no renunciamos al trabajo artesanal porque así se comenzó".

Con todo ello, no pierde la esperanza porque siempre busca tener una recompensa como aliciente. Y además hay futuro. Su hijo Francisco continuará con el legado de su madre cuando ella decida tomarse un descanso, algo que no se antoja cercano teniendo en cuenta su perseverancia característica. Sin embargo, podrá hacerlo con la seguridad de tener un relevo preparado, conocedor de la identidad del negocio y consciente de la larga historia que le precede. Por falta de iniciativa no será, porque su rodaje en el trato al cliente es bastante sólido. Prueba de ello es que durante la visita recibe a los usuarios que acuden al comercio y se desenvuelve con destreza. Por tanto, todo apunta a que el cierre de la mercería Mena tendrá que esperar, como mínimo, una generación más y la historia continuará extendiéndose.

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