Un emprendedor de Almería para acabar con los grafitis en los trenes
Finanzas
Parado, tras años en los medios, Emilio Lirola ha iniciado un proyecto que ahorraría 25 millones al año
El Código Penal los considera un delito
Unas noticias leídas en el periódico (sí, periódico, ese ‘manido’ medio de comunicación), le doy la idea para lanzarse a Emilio Lirola al mundo del emprendedor. Como extrabajador de radio y televisión, el almeriense todavía cree que en el cuarto poder y leyó el siguiente titular: “Los grafitis le cuestan 25 millones de euros al año a Renfe”.
La bombilla se le encendió en su cabeza y fue haciéndose más luminosa conforme iba leyendo la noticia. “La idea, a priori, era tan absurdamente simple que me pasé la semana siguiente buscando información porque me creía que se habría patentado”. Pero no. Nadie había visto la posibilidad hacer negocio en un sistema que evitara que los grafiteros hicieran de las suyas en los vagones de los trenes: “Estas pintadas no deben ser tomadas como gamberradas o niñerías, la reforma del Código Penal de 2015 las trata ya como delito, y causan pérdidas millonarias a las compañías”, asegura Lirola.
Sin ir más lejos, en Almería se ha investigado a tres jóvenes por pintar un tren en Lorca. A nivel nacional hay más de cien mil metros cuadrados de superficie pintada, hay trenes que tienen que ser rehabilitados una media de siete veces al año, con lo que conlleva retrasos y retiradas de los vehículos. Además, por supuesto, de algún grafitero que ha resultado fallecido o algún ataque que ha sufrido el personal laboral del tren o simples clientes. Por no hablar del gasto medio ambiental, ahora que la sostenibilidad es prácticamente una obligación: el transporte de trenes pintados a sus estaciones de lavado, supone un gasto de 380 millones de vatios, o lo que es igual, 35 millones de bombillas encendidas durante una hora.
Con todos estos datos en su mano, el almeriense comenzó un año y medio de papeleo para conseguir la patente, una auténtica tortura burocrática para cualquier emprendedor. Laura Camacho, de la Agencia IDEA, Víctor Cruz y Esperanza Giménez, de la Cámara de Comercio, José María Pérez Alcolea, del Colegio de Ingenieros Técnicos Industriales de Almería, así como técnicos del CADE y de UGT y CCOO, fueron guiándolo por un camino lleno de espinas técnicas, que si no tienes la suficiente paciencia y fortaleza mental, da al traste con más de un proyecto. En septiembre del año siguiente al primer papel expedido, finalmente Emilio Lirola consiguió la patente. Ahora tiene por delante ese papel comercial de presentar su proyecto a las diferentes compañías ferroviarias que operan en España.
“Renfe nos ha preguntado por aspectos técnicos, en Iryo nos aseguran que se ha trasladado la memoria técnica a los departamentos correspondientes, y con Ouigo, de momento, ha sido imposible poder establecer contacto”, indica el almeriense que sabe que lo que ofrece va a tener buena acogida: “Un tren de Iryo, en Málaga, se encontraba en fase de pruebas y ya ha sido vandalizado con grafitis”.
¿En qué consiste el proyecto?
Se trata de un sistema que puede ser activado tanto por el conductor del tren, como a control remoto a través de las cámaras de seguridad, y consiste en dos tubos horizontales microperforados y protegidos, situados en la parte exterior superior e inferior de cada vagón. Al prever un ataque se pone en marcha el sistema, que lanza una pared de humo que cubre toda la superficie del vagón afectado, reduciendo así la visibilidad. Si no se puede ver, tampoco se puede pintar. Para evitar escenas de peligro, el humo se disipa al cabo de un metro o metro y medio, haciendo que solo afecte al lateral del coche atacado, y evidentemente es totalmente inofensivo para la salud, consistiendo en simple vapor de agua o similares. Por tanto, no es un humo ‘sólido’ que se queda flotando en el ambiente, sino que afecta solamente a la cara lateral del vagón y luego se difumina. Además de esto también se lanza, a través del tubo superior, un fluido compuesto por agua y sustancias jabonosas que impide que la pintura se reseque y quede adherida (si es que se hubiera retrasado la activación por parte del maquinista o las cámaras de seguridad) que hace que la pintura sea más fácil, rápida y barata de limpiar, además de hacer imposible seguir pintando sobre el vagón en caso de persistencia por parte de los agresores. Este fluido es también inofensivo para la salud.
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CONTENIDO OFRECIDO POR DIPUTACIÓN DE ALMERÍA