El precio del aceite de oliva sigue a la alza y de momento no parece que se vaya a detener. Durante el mes de agosto, ya se puede ir apreciando poco a poco el fruto que va a tener el olivo durante la campaña, y de momento éste es escaso y bastante pequeño, y como bien dicta la ley de la oferta y la demanda: a menos producto, mayor será su precio.

Al contrario de lo que se pueda pensar en un primer momento, la escasez del producto andaluz más exportado al exterior apenas se debe a la grave sequía que viene azotando a la región desde hace un largo tiempo. “Este año, al igual que el anterior pero por otras razones- el año pasado fue por la calima- ha vuelto a fallar el cuaje”, explica Paco Canet, propietario de un olivar y dueño de la Almazara de la Vega de Canjáyar. Con ello, el productor viene a referirse que el problema se dio en la trama, es decir en el proceso en el que la flor se convierte en fruto. Cuando esto sucedió, las temperaturas eran demasiado altas para llevar este proceso a cabo de una forma óptima, por lo que el fruto quedó en una dimensión reducida, al igual que su cantidad.

En términos generales, el principal mensaje que se transmite desde el sector es que “no hay aceituna”, un problema que ya se vivió el año anterior, cuando la cosecha se vio reducida hasta las 660.000 toneladas, menos de la mitad que en la campaña que la precedió.

En este sentido, el precio del aceite de oliva se ha encarecido un 5 % entre los pasados meses de junio y julio y acumula una subida del 38,8 % en el último año, según el Índice de Precios al Consumo (IPC), hasta alcanzar un precio medio en su variedad virgen de 9,40 euros el litro.

Esto ha generado un panorama preocupante para las familias, que han visto que un producto fundamental de la dieta mediterránea ha venido encareciendo la cesta de la compra en 20 céntimos al día.