Cultura

El ciclo ‘Desde mi ventana’ de Amigos de la Alcazaba se afianza

  • Los primeros artículos se han centrado en Las Puras, El Pingurucho, Los Indalianos y el Laimund

Convento de las Puras.

Convento de las Puras. / Pako Manzano

Cuando una puerta se cierra, una ventana se abre. El dicho popular adquiere pleno sentido con el proyecto Desde mi ventana: nuestro patrimonio almeriense que la asociación Amigos de la Alcazaba ha puesto en marcha esta semana. “Se trata de acercar a los ciudadanos almerienses a su historia, a su patrimonio, a la belleza y la importancia de nuestra herencia cultural”, explica su presidenta, María Teresa Pérez, con la firma de más de 50 autores que ya se han sumado a la iniciativa: pintores, historiadores, profesores, escritores, fotógrafos, arqueólogos, empresarios, archiveros, gestores culturales, guías turísticos y un largo etcétera.

Los artículos se difunden de lunes a jueves y las primeras firmas han sido el arquitecto Eduardo Blanes Arrufat, la escritora Carmen Ravassa Lao, la investigadora María Dolores Durán Díaz y el presidente de la asociación cultural Athenaa, Francisco Espinosa, que han dado su visión y ‘han abierto la ventana’ para mirar al Convento de las Puras, el Pingurucho, el Movimiento Indaliano y el Laimund ejidense.

Blanes Arrufat acercó su mirada al Convento de las Puras, poniendo en valor su presencia en Almería, desde 1515, haciendo un símil con los tiempos de confinamiento que está viviendo la sociedad en su conjunto en estas semanas. “El confinamiento familiar nuestro de este tiempo excepcional nos equipara, y por tanto, nos hace compartir sensaciones y modos de vida, con las monjas que habitan el Convento, y de esta manera imprevista, nos aproxima a ellas, y nos da la oportunidad de comprender sus valores patrimoniales más allá de la valoración histórica, arquitectónica o artística”.

En su texto sobre el Pingurucho, Ravassa Lao pide la reubicación de las cenizas de los mártires por la libertad. “Hoy, en este gran patrimonio de nuestra ciudad, late una parte muy importante de nuestra historia de Almería, sucedida en agosto de 1824, y salvajemente terminada el 24 de aquel mes. Lo importante en la actualidad es que las cenizas de nuestros admirados héroes, encontrados por fin, regresen al lugar que ocuparon, pues para eso que fue construido el primer mausoleo -llamado erróneamente cenotafio-, un sepulcro magnífico y soberbio en honor a alguien”.

María Dolores Durán Díaz acercó la figura de los Indalianos a través de un emocionante diálogo entre nieto y abuela. “- ¿Y que tenían de especial sus pinturas? ¿Por qué se fijaron en ellos? - Muy buena pregunta Luisito. Lo que les caracterizó fue principalmente la luz brillante del sol almeriense, el paisaje inédito de nuestras montañas desnudas y la caótica pero deslumbrante belleza de las casas del barrio de pescadores de la Chanca”.

El último de los artículos, el de Francisco Espinosa, abre la ventana en El Ejido, para ver el Laimund. “Hoy está declarado BIC, desde 2008, con el nombre de ‘Daymun’, y fue excavado y restaurado en 1987. El Mausoleo funerario debió ser levantado por un poderoso señor, gran propietario de tierras al final del imperio, que ocuparía con su familia los bajos de los arcosolios del interior y en exterior estarían las tumbas de sus allegados, criados y esclavos. Se apunta la posibilidad de que pudo pertenecer a un rico propietario cristiano del lugar (Martyrium)”.

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