Cultura

Las vivencias de la colonia española en Nueva York

  • "Cuando la lucha por la supervivencia en la España de los años 30 hizo que miles de compatriotas se aferraran al sueño americano en la Gran Manzana"

María Dueñas, con su ópera prima Tiempo entre costuras, convulsionó el mercado editorial en 2009 como pocos escritores recientemente lo han hecho. Un éxito de crítica y de lectores que se transformó en más de una veintena de traducciones a otros idiomas y su adaptación en 2013 a una serie de televisión. Desde entonces ha publicado tres novelas: Misión olvido, sobre las investigaciones de una profesora de literatura que le hacen adentrarse en las misiones franciscanas en la California del siglo XIX; La templanza, donde se navega entre minas, viñas y bodegas de la Cuba colonial y la ciudad de Jerez de mitad del XIX; y la que nos ocupa, Las hijas del Capitán.

En el pasado mes de abril, María Dueñas participaba en Almería en un encuentro organizado por la embajada de EEUU donde precisamente se hacía un homenaje a los españoles emigrados a EEUU en las primeras décadas del siglo XX, con un recuerdo especial a los integrados en el Grupo Salmerón. Era el preludio de la publicación de Las hijas del Capitán, donde recoge las vivencias de la colonia de miles de españoles que en esos años llegaron a constituir "la little Spain" en Nueva York, en concreto al sur de Manhattan, en la Calle 14, entre la Séptima y la Octava Avenida.

La escritora vuelve a ubicar su novela entre paisajes diferentes: si Tiempo entre costuras discurría entre Madrid y Tetuán, MisiónOlvido lo hacía entre Santa Cecilia, Cartagena y Madrid, y La Templanza transitaba entre La Habana y Jerez, ahora son los diferentes barrios de Manhattan con el eje de la Calle 14 como centro del microcosmos, los escenarios donde se mueven sus protagonistas, las hermanas Arenas y su madre, recién llegadas de su Málaga natal y sufriendo la conmoción de hacerse cargo de la casa de comidas de su padre fallecido, El Capitán, cuando aún se sentían completamente extrañas en la gran ciudad. Entre sus calles se agarran a la mera existencia, sin osar mirar más allá de su casa, su portal y de su mísero día a día.

Poco a poco, a fuerza de seguir sobreviviendo tienen que abrirse a nuevas calles -casi nuevos mundos-, a un nuevo idioma, a unos personajes con los colmillos ya desarrollados por la teoría darwiniana de la selección del más fuerte, aunque siempre amparadas en la solidaridad generada entre inmigrantes que sufren en silencio el desarraigo ante las mismas penas en tierra extraña.

María Dueñas introduce una pléyade de personajes (con un alhameño y el Grupo Salmerón incluidos) en unas calles neoyorkinas con letreros comerciales de reminiscencias castizas hispanas y lo adereza con retazos de los tristes acontecimientos de la política española de esos años para configurar una novela ágil, cautivadora, que rezuma la añoranza de la patria abandonada, la desesperanza de la vuelta imposible y la transmutación obligada para integrarse a la fuerza en una sociedad que prometía, al contrario que el campo y la ciudad que se había dejado atrás, dar fruto si el tesón y el esfuerzo se hacían patentes en la gran aventura del nuevo mundo.

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