Análisis

Juan francisco rojas

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El borrador de la Ley de la Cadena origina un atentado contra los productores almerienses

No hace falta llevar medio siglo bajo plástico o toda una vida labrando y cultivando, como es el caso de los agricultores que conozco personalmente muy vinculados a nuestro proyecto, para darse cuenta que se hace necesaria la opinión de estos profesionales antes de tomar una decisión a la hora de poner en marcha cualquier política o modificación legislativa que afecte al sector.

Somos conocedores de los problemas endémicos que vienen afectando al campo almeriense; la competencia desleal de terceros países donde la mano de obra más barata y las exigencias de calidad brillan por su ausencia; el re-etiquetado fraudulento de productos, vendiendo bajo el paraguas y la protección de nuestras marcas género producido sin los controles aquí vigentes; los excesivos costes de producción y la manipulación descontrolada de la cadena de producción y venta, originando en ocasiones, la necesidad de vender de forma deficitaria mientras el consumidor soporta precios desorbitados. Esto genera ingentes plusvalías y beneficios muy cuantiosos a los intermediarios que no tienen que soportar el enorme sacrificio de producir ni los elevados riesgos que ello entraña, fruto toda esta problemática de la entrega de competencias a los entes supranacionales como la UE.

Sorprende ahora que este Gobierno se ha hecho eco de esa problemática e intenta corregir ese abuso indiscriminado que han venido padeciendo nuestros agricultores históricamente, sin posibilidad de defensa o protección jurídica alguna, mediante la puesta en marcha de la reforma de la Ley de Cadena Alimentaria. Según el propio ministro, posibilita la consagración de una retribución digna a los agricultores.

Para nuestra formación y el colectivo agrícola en general, el borrador de la nueva Ley de la Cadena Alimentaria origina un atentado contra los intereses de los productores almerienses y del resto de nuestro país, ya que con esa nueva normativa nuestros productos serán aún menos competitivos con terceros países. A ellos no se les prohibirá vender por debajo de los costes de producción, siendo ya notoriamente inferiores en esos países a costa de la calidad de sus productos, lo que fomentará la competencia desleal, haciendo más atractiva la oferta de esos terceros países sin reciprocidad de control, ni freno comercial. Salvo que revisemos los tratados y acuerdos comerciales que habilitan dichas relaciones económicas y exportaciones haciendo a Marruecos y Turquía socios preferenciales de la Unión Europea.

Sabemos el problema, las causas y la solución, pero adoptan las medidas incorrectas, como desgraciadamente viene siendo habitual; y lo que es más grave, ni siquiera preguntan a los verdaderos afectados y conocedores. De ahí que cuando se abona, como símil de legislar, debemos pensar en la dosis en función al tipo de riego y el cultivo necesariamente y para eso están los técnicos o expertos.

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