El deporte ha actuado en la mayoría de los casos con coherencia, con otros sin ser conscientes de lo que es que una pandemia agite el orden económico y social de un mes para otro. Sin embargo, para eso están las autoridades y las fuerzas de seguridad: velar para que se actúe de manera correcta siempre que está en su mano. En el caso del deporte base y semiprofesional ha habido entes que ya se han pronunciado, caso de la Federación Andaluza de Fútbol, que permite entrenar siempre y cuando el futbolista tenga la licencia activa y cumpla con el protocolo. Eso sí, no todo es tan fácil, puesto que también entran en juego las decisiones de los ayuntamientos. En el caso del de la capital, las instalaciones municipales están cerradas. Primer error. No que estén abiertas o cerradas. Este periodista no entra ahí. Sino que se encuentren cerradas, pero el consistorio deje utilizarlas a cambio de pasar por caja. Si está cerrado es porque se supone que la práctica en esas instalaciones no ayuda a frenar el virus. No hay más tutía. ¿O es por el reparto de campos? Otra excusa. No se puede tardar tanto, no se debe ir un político de vacaciones con la actual situación, máxime con tantos asuntos que resolver. Sin embargo, el objeto principal de este artículo no es ese, sino el de hacerlo algunos de manera correcta y otros, a su manera, siendo los tontos los primeros y los beneficiados los segundos. ¿Por qué algunos clubs deportivos están entrenando al aire libre y a otros no se lo permiten? Los complots, para las películas. Pero no puede ser que en El Toyo haya 30 adultos jugando al rugby regularmente. O en el Paseo Marítimo un club entrenándose al fútbol noche sí y noche también. Con la Policía Local al lado. O equipos en otras provincias realizando sesiones sin tener las licencias en vigor. O cumplimos las reglas todos o ninguno. No duele ser cornudo, sino que encima te peguen.

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