Pretende el pintor rescatar las emociones que el tiempo ha olvidado en las zonas umbrosas de la memoria, lo cual consigue al plasmarlas en sus cuadros, como representación compleja que surge del universo fantástico conectado con los sueños.

Paco de la Torre (1965) es un artista plástico almeriense de amplia trayectoria expositiva, cuya producción es reconocida en el ámbito nacional. Impulsa su obra desde el recuerdo de la Almería de los setenta, aquella ciudad de apariencia sencilla, limitada en su extensión, olvidada de las noticias nacionales, y sin embargo ciudad cosmopolita, meca del cine. Grandes estrellas del celuloide pasearon por sus calles, ciudad de ensueño.

Paco de la Torre intenta rescatar ese sabor original, modernidad y costumbrismo, cambio en la permanencia, la visión discordante de edificios modernos en contraste con aquellos tradicionales, mostrando el ambiente que reinaba en esos años, vistos con nostalgia por el artista en su obra. En esta ocasión centra su atención en aquellos lugares envueltos de misterio, fantasías prohibidas, supuesto espacio de escape y libertad, mas el resultado es vario, pues aparecen mezcladas las sensaciones de infierno y paraíso, descubrimiento de placer y desconcierto, donde la sublimidad pasional mira la cara del laberinto sin salida de la desesperación. Todos estos efectos aparecen confusos, interconectados, influyéndose entre sí.

Paco de la Torre interpreta estas imágenes para plasmarlas en sus cuadros, apareciendo envueltas en un colorido pesado, espeso, cuyas tonalidades invitan a sentir inquietud ante la sorpresa, pues no se sabe si el placer o dolor, la experiencia del descubrimiento, ocupará el protagonismo del momento siguiente. Lo describe muy bien el pintor, en ese campo de fulgor interno, cuando propone formas y entornos, combinando la línea curva voluptuosa con la rigidez expectante de estructuras geométricas, todo envuelto, confuso, acompañando la escena central de la pieza, la cual no logra separase del fondo. Todo aparece ilógico, con claves escondidas por el artista, figuras y números, simbología que va insinuando una respuesta al viaje en el tiempo realizado en cada composición, es por lo que los titula teletransportadores, desplazamiento instantáneo de ida y vuelta. Este creador plástico indaga en las capas escondidas de la historia social de la capital, visitando en su obra las estancias no sujetas a la moral imperante en esa época. Su trabajo pictórico es sólido, profundo, quizá desasosegante.

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