Análisis

jorge colipe

Pecados capitales

Un Boca-River es una de las experiencias más intensas que una persona pueda vivir

En más de cien años de historia de profesionalismo, los clásicos de barrio protagonizados por Boca Juniors y River Plate, han dado mucho que hablar. Un Boca-River es una de las experiencias más intensas que una persona pueda vivir. Una de las cincuenta cosas que alguien debería hacer antes de morirse, es ver un Boca-River. La máxima expresión de esta rivalidad, sin lugar a dudas es una final de Copa Libertadores, algo que en Europa no ha sucedido en una resolución de Champions donde coincidan Barcelona y Real Madrid. Lo más cerca que hemos vivido esta experiencia extrema, es una final europea entre el Atlético de Madrid y el Real Madrid. Un Barça-Madrid seguramente sería y es, la final que todos los amantes del fútbol esperamos. Pero como menciono, deberemos seguir esperando. En Sudamérica se ha dado. Gallinas y Bosteros, Bosteros y Gallinas se han retado a duelo continental, y el que pierda deberá cargar con la cruz hasta que la historia y los resultados, quizás algún día, decidan volver a cruzarlos y consumar la revancha. Porque lo que pase en esta final a doble partido, se convertirá en orgullo y en vergüenza. El que gane festejará y será el eterno vencedor. El que pierda callará hasta ese día en el que se vuelvan a alinear los planetas. Desde hace semanas que el mundo entero no habla de otra cosa que del clásico argentino. El país se divide en dos, mientras que los extrapartidarios lo observamos desde la distancia, como esa cosa que no va con nosotros. Argentina está al borde del default económico, la hiperinflación es ya un hecho consumado. Cayó el salario y por supuesto el consumo, y la situación no da para más. Nada de eso importa, porque Boca y River, deben defender otra cosa; la bandera del hambriento, eso que llaman los colores, la identidad de la que te dota el fútbol cuando eres un NN, lo que te incluye, lo que te une cuando todo lo otro te desune. A pesar de la lluvia, las plagas y los pecados capitales.

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