Recuerdo que, justo unos días antes del debut contra el Albacete, comentaba con mi hermano, compañero de fatigas desde que nos abonamos por primera vez hace ya muchos años, que no nos convenía echar cuentas a los resultados del primer mes y medio de competición, ya que los nuevos fichajes iban a necesitar un periodo de adaptación y no sería hasta finales de septiembre o octubre cuando pudiéramos ver lo que el equipo de Pedro Emanuel podía ofrecer. Ambos coincidíamos en que era muy difícil armar un equipo en menos tiempo y encima el calendario no acompañaba, enfrentándonos a los recién descendidos de Primera, además de Albacete, Málaga y Las Palmas. Si entonces alguien nos dice que el Almería iba a tener este espectacular arranque de liga, liderando la tabla, siendo el máximo goleador de la categoría y el segundo menos goleado, y ofreciendo una imagen solvente, no nos lo habíamos creído. La realidad es que, pese a no haber usado aún a muchos de los flamantes fichajes, han superado todas las expectativas, y si el equipo ha sido capaz de ofrecer una imagen tan sólida en lo que yo creía que era un periodo de adaptación, solo podemos ilusionarnos con lo que aún está por venir. En Vallecas el Almería demostró no ir de farol, ni ser flor de un día. Las pasó canutas en la primera parte, pero salió airoso y mantuvo el tipo. No se vino abajo a pesar de un arbitraje particularmente casero, ni con el gol rayista. Siguió creyendo en sus posibilidades hasta lograr una meritoria igualada de un Juan Muñoz que definió de maravilla y demostró que esta temporada las cosas van a ser muy distintas para él y el Almería. Este fin de semana llega el Cádiz, segundo, firme candidato al ascenso y que suele ser un visitante incómodo. Una prueba de fuego más para este Almería, cuyo techo aún no sabemos. Lo que sí sabemos es que la ilusión se ha desbordado en la ciudad y cabe esperar que este sábado veamos la mejor entrada en muchos años.

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