Análisis

nico garcía

Reencontrarse con los recuerdos

Al final el tren de la vida discurre tan rápido que no da tiempo a pensar en que el tiempo pasa

Son numerosas las obras clásicas en las que se puede leer (sí, leer, lo que le haría falta a más de uno) sobre el tiempo, siendo éste uno de los temas principales. Anteayer por la mañana, presenciando un encuentro de prebenjamines, el que suscribe estas líneas maldijo el carácter inexorable de la arena cayendo porque hay momentos en los que el reloj debería pasarse para saborear lo que por su grandeza es prácticamente efímero. En ese partido estaba Samu defendiendo los colores de La Cañada, siendo imposible no acordarse de los dos años en los que uno ha tenido el placer de entrenarlo, como a tantos otros. Este periodista siempre ha tenido la curiosidad de qué siente un maestro, profesor, monitor o entrenador cuando deja un grupo de niños (no hace falta añadir nada más por eso de la economía del lenguaje).

Al final el tren de la vida discurre tan rápido que no da tiempo a pensar en ello, a pesar de que son numerosas las personas que cambian de vagón en el que viaja uno o desgraciadamente se bajan definitivamente del vehículo.

En ese partido de Samu, en un ambiente más relajado y sin el estrés del día a día, por fin apareció la respuesta a esa cuestión del sentimiento tras abandonar a un grupo de niños o jóvenes al que se le coge mucho -muchísimo- cariño: una mezcla de la más absoluta alegría con la más profunda pena.

Sin embargo, esa pena no se puede evitar por eso de que parar el tiempo sea aún una misión imposible. La conclusión: disfrutar con el aquí y el ahora porque el ser formador te permite disfrutar de grupos de niños o jóvenes excepcionales.

PD: Con el mes de noviembre a la vuelta de la esquina, es de obligación recordar el Día de Acción de Gracias. Si se americaniza uno, hay que hacerlo al completo. ¡País!

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