Análisis

Jesús Mª Noguera

Yoísmo

Todos los interlocutores miraron por sí y ahí quedó España, en un incendio sin paragón

Saltó la bomba hace menos de dos días, pero cualquiera diría que pasó más de una semana. Así, a poco más de 24 horas de bautizarse en el Mundial de Rusia, España tendrá a Fernando Hierro en la banda, que pretendía verlo en la grada. Una situación inverosímil desencadenada por el anuncio del Real Madrid de Julen Lopetegui, que arriba para tapar el hueco de Zidane. Le costó el puesto de seleccionador nacional al vasco, que también lo verá por televisión. ¿Quién es el culpable de uno de los mayores ridículos en la historia de la selección? Digamos que el yoísmo. Todos los interlocutores miraron por sí y ahí quedó España, en un incendio sin paragón. Analicemos por individual. El primero, Lopetegui. El entrenador negoció a espaldas de la Federación, mirando por su carrera y no por el grupo. Lo último es lícito, no lo segundo. No se le reprocha el fondo (irse al Real Madrid), sí la forma (anunciarlo tres días antes). El segundo, Rubiales. Debía elegir entre brasas y fuego y se tiró de cabeza a por lo segundo. Puso por delante su orgullo como presidente recién electo, antes que el deseo de la plantilla. Quiso hacerse fuerte con una forma de proceder en la Federación, lo cual es plausible viendo de donde se venía, pero tuvo las miras cortas. Su mensaje es que no hay personas por delante de la entidad. Institucionalmente tiene sentido a medio y largo plazo; deportivamente puede ser mortífero en el corto. El tercero en discordia es el Real Madrid, cuya intención era sofocar el adiós de Zidane. ¿Se hubiese filtrado de no haberlo hecho público? ¿Hubiese podido presentar Florentino Pérez a un técnico que fracasó en el Mundial? He ahí sus razones para actuar sin miramientos. Sin duda, también poco tacto con el combinado nacional. Y ahí aparece Hierro, la solución menos mala de las posibles. "Puedo mirar a los ojos a los jugadores", dijo de forma contundente en su presentación el malagueño. Más que nunca, España está en manos de sus jugadores. Que sea para bien.

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