Queridas compañeras y compañeros de oficio, queridas familias, queridos jóvenes. Hoy vengo a daros una muy buena noticia: los profesionales de nuestro país no están peor preparados que antes, ni peor preparados que en otros lugares. Tenemos investigadores de primera línea mundial. Tenemos profesionales de la medicina a los que no se les mueren más pacientes que antes, tenemos escritores brillantísimos, tenemos informáticos muy preparados, fontaneros que reparan, mecánicos a los que no les explota el coche, químicos que saben hacer experimentos y veterinarios que curan animales. Vivimos unos tiempos tan extraños que se hace necesario aclarar lo obvio, sobre todo cuando uno lleva desde que tiene uso de razón escuchando que las cosas están cada vez peor, que la escuela tiene cada vez menos nivel, que antes se aprendía mucho más e iban mucho mejor preparados… Si esto fuera cierto, en mis 45 años de vida ya estaríamos cerca del apocalipsis. No solo no es así, sino que el mundo y nuestro país no paran de mejorar en todos los ámbitos de conocimiento.

Y tengo también una segunda buena noticia: hay países donde no existe prueba de acceso a la universidad, o solo hay una prueba de expresión escrita. Hablo de países muy avanzados, a veces por delante del nuestro. No me vale eso de que invierten mucho más en educación (no siempre es cierto) ni que tienen un ratio más pequeña (no siempre lo es). Su sistema no ha sucumbido, sigue mejorando cada día, a pesar de esa supuesta «bajada de nivel» que aquí denunciamos como si fuera la llegada del mismísimo Satanás. Si al encender la televisión o al conectarnos a redes sociales se nos dice constantemente que el ser humano no es capaz de hacer nada bueno, los mensajes se refuerzan.

La única constante que se da a lo largo de la historia, con datos desde el siglo IV a.C., es que los viejos nos quejemos de los jóvenes. Eso sí que es real. Desde Sócrates, pasando por las primeras escuelas obligatorias del siglo XIX, la única constante de la escuela es su continua supuesta «crisis». Cabe plantearse entonces que si todo es crisis, quizá nada lo sea… o si se empeñan en que lo sea, utilicémoslo para hacer aquello en lo que creemos. La palabra «crisis» significa en chino «oportunidad». Utilicemos las rendijas del sistema, seamos caballos de Troya. Huyamos de discursos catastrofistas. Somos y seremos lo que estemos dispuestos a ser.

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